Para el séptimo domingo después de Trinidad.
Pr. Andreas Handstein, comunidad del Sur.
Predica Hebreos 13,1-9
¡Estimada comunidad!
Todo está cambiando continuadamente. Esta realidad es una ley no escrita de la existencia universal y no podemos hacer casi nada en contra de ella. Cierto, la vida de hoy en muchos aspectos es mejor que antes, gracias a diversos cambios en las actitudes de los hombres, en la técnica, medicina y en varios ámbitos más.
Sin embargo eso no significa automáticamente que lo nuevo siempre es bueno y positivo y que hay que aceptar todo cambió así no más. Los cambios pueden producir también falta de compromiso o de obligatoriedad. Ya que lo que hoy es bueno y valido, mañana puede ser completamente distinto y no necesariamente mejor. Valores de hoy no lo son mañana.
Para que no nos malentendemos, no estoy categóricamente en contra de novedades y cambios, pero es preciso que distingamos cuidadosamente entre los cambios naturales en el transcurso de los tiempos y los que el hombre produce arbitrariamente solo para que sea nuevo o porque rechaza todo lo antiguo como pasado de moda. Lo nuevo en aras de lo nuevo no tiene justificación. Tener precaución en cuanto a los muchos cambios no tiene nada que ver, con ser cuadrado o con una mentalidad atrasada, sino con la necesidad de formar el presente y el futuro con responsabilidad.
Por eso aquí el autor de la carta a los Hebreos, -quizás fue el apóstol Pablo-, nos recuerda que hay cosas y actitudes que son siempre válidas y que no se deben cambiar. Palabras como “Permanezca”(V1), “Acordaos” (V3.7), “No os dejéis”(V9) determinan este texto y nos exhortan a tener cuidado con los cambios relativos a las creencias y comportamientos de la fe cristiana. Si se trata de las verdades fundamentales de la fe y de lo que la fe exige, todo tiene que permanecer igual y con el mismo valor. Es así porque es determinado por la inmutabilidad de JESUCRISTO. De ÉL dice categóricamente:
“JESUCRISTO es el mismo ayer, y hoy y por los siglos.” (V8).
Él es inmutable e inalterable, igual que Su enseñanza. Lo que ÉL dijo hace 2000 años vale todavía en nuestros días. Igual que toda la Biblia no es un libro del pasado, sino es súper actual.
En este contexto y bajo el aspecto de la inalterabilidad la Carta a los Hebreo describe unas características fundamentales de la vida cristiana: el amor fraternal, la hospitalidad, el cuidado de los maltratados, la validez del matrimonio, frugalidad y moderación y el permanecer o ser constante en la enseñanza.
I.
Permanezca el amor fraternal
Desde el principio eso fue una insignia o un signo de la Iglesia y en eso se reconoce en realidad el cristiano (Juan 13,35). Este amor se realiza en el trato mutuo dentro de la comunidad: en la forma como se habla, en la preocupación hacia los necesitados, viudas y huérfanos, en las peticiones por los demás, en la colecta por los pobres y también en asumir responsabilidades. En otras religiones este amor fraternal y responsabilidad no se entiende por sí mismo. En India por ejemplo las obras que se dedicaron a los más pobres y enfermos, como la de la Madre Teresa, son producto del cristianismo.
Cierto una y otra vez tenemos que preguntarnos si permanecemos en el amor fraternal, cómo cumplimos con esta responsabilidad y en qué espíritu actuamos. ¿Actuamos solo por motivos humanos o en la responsabilidad hacia DIOS y porque CRISTO nos anima? Mientras que el actuar puro humano es alterable según el espíritu del tiempo, la obra cristiana es igual en todos tiempos.
II.
No os olvidéis de la hospitalidad
Como segundo punto, la carta a los Hebreos habla de la hospitalidad, como un signo del cristiano: ¿A quién abro la puerta de mi casa? Sobre todo en la época antigua, la hospitalidad tenía un alto valor en todos los pueblos. En aquel tiempo no había hoteles como hoy. Los viajeros dependían de la benevolencia de los que le ofrecieron un techo para pasar la noche. También los cristianos perseguidos necesitaron un lugar seguro, donde podían esconderse. Hoy la situación ha cambiado mucho, pero la hospitalidad como tal, sigue siendo lo mismo. Además de eso una cosa nunca debemos ignorar hablando de la hospitalidad: en el prójimo, en el que busca un techo, nos encontramos con CRISTO.
III.
Lo mismo se aplica al tercer ejemplo, que esta carta menciona:
Acordaos de los presos, …; y de los maltratados, … (V3a)
También en ellos nos encontramos con JESUS, quien dijo:
“De cierto os digo, que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mi mismo lo hicieron.” (Mateo 25,40)
La palabra “acordaos” aquí no es un término pasivo, como si fuese suficiente pensar en las personas necesitadas, sino que tiene un sentido bien activo: dar al que tiene sed, visitar al que esta solitario, dar ropa al que está desnudo, …. (Mateo 25,35 sgg.). En eso se realiza la fe en cuanto al prójimo, que me necesita; es la fe puesta en práctica. No hace falta decir, que para eso tenemos muchas oportunidades.
IV.
Honroso sea en todo el matrimonio y mantengan la pureza. (V4a)
Como una de los buenos ordenes de DIOS el matrimonio no debe ser puesto a disposición, sino que debe seguir siendo lo que es, sin ningunos cambios: una unión sagrada entre hombre y mujer por toda la vida. Hay que honrarlo y mantener esta unión, porque DIOS la estableció y la bendijo. Apenas es necesario decir, que esta orden hoy en día está tan en peligro como nunca antes, por nuevas formas de convivir, que contradicen claramente la voluntad de DIOS.
V.
Sean vuestras costumbres sin avaricia (V5a)
Por supuesto que necesitamos el dinero. Es la base económica que mantiene la vida en la tierra. Pero el dinero no es todo. Lo que el Hebreo nos quiere decir es, que no lo hagamos el centro de la vida, que nos cuidemos de avaricia y codicia. Pero sobre todo es preciso, que no nos preocupemos demasiado por la vida, sino que la pongamos lleno de confianza en las manos de DIOS; pues ÉL se preocupa de nosotros (Mateo 6,19-33), también en los tiempos difíciles.
VI.
En todos estos aspectos se trata del actuar en forma práctica. Sin embargo el fundamento de ello es la enseñanza, dado que la enseñanza determina el actuar. No en vano el Hebreo nos exhorta enfáticamente:
“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de DIOS; …” (V7a).
Tal recuerdo es indispensable, porque protege la Palabra y la Enseñanza de CRISTO del cambio por las opiniones de los hombres y de interpretaciones equivocadas del espíritu de la época. Nos exhorta a no escuchar a los que predican un “evangelio”, que no es el de CRISTO. En realidad aquí escuchamos a CRISTO mismo diciendo:
“Si ustedes se mantienen fieles a mi Palabra, serán de veras mis discípulos; conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.”(Juan 8,31b-32)
Estemos, pues, firmes en lo que nos enseña nuestro Señor JESUCRISTO, quedemos firmes en la verdadera Palabra de DIOS.
Amen