Vicario Robinson Reyes, Iglesia Luterana en Santiago.
Este orden busca facilitar la celebración del culto familiar. Utilizamos en forma totalmente inclusiva términos como “hermanos”, “nosotros”, y otros, que refieren a hombres y a mujeres. Tal como en nuestros cultos presenciales, queremos que todos los asistentes participen activamente. En los distintos momentos, una o varias personas pueden oficiar como “guía” (G) o “lector” (L) y las demás responder (con lo que está escrito en color rojo), según corresponda. Las corcheas (♫) indican una sección cantada, no obstante, si la dificultad es muy alta para usted y quienes le acompañan, puede reemplazar el canto por la lectura. Brindamos explicaciones escritas en cursiva, como este párrafo, para facilitar la comprensión; algunas pueden decirse en voz alta, otras simplemente ser ejecutadas por quien guía.
Les invitamos a preparar un ambiente adecuado para la celebración del Señor. Sugerimos habilitar un pequeño altar (por ejemplo, en una mesa u otra superficie estable), cubrirlo con un mantel blanco, que es el color del tiempo de Pascua, y sobre él colocar una cruz, una biblia abierta (en un texto que sea significativo para ustedes como familia, un salmo, o en el del evangelio de hoy, etc.) y dos velas (una a cada lado de la biblia). Si no es posible contar con lo anterior, procuremos que nuestro espacio esté lo más libre posible de ruidos o elementos distractores (silenciar dispositivos móviles, alarmas, etc.).
Antes de comenzar, dispongámonos a participar activamente, revisemos este orden en su totalidad, asignemos las distintas secciones entre los presentes que guiarán, y, con actitud de recogimiento, comencemos.
♫Himno de Apertura: Por la fecunda tierra (Libro de Liturgia y Cántico, N°495).
SALUDO.
G: Me alegré con los que me dijeron “vamos a la casa del Señor”, dijo el salmista. Y muchas veces lo decimos nosotros al iniciar nuestros cultos. Ahora puede sonar raro; pero, al contrario: el Señor dijo: donde hubiera dos o tres reunidos en mi nombre, yo estaré en medio; y si estuviere solo, no lo dejaré, ni le desampararé. Hermanos y hermanas, el Señor habita en medio nuestro. ¡Bienvenidos a su casa!
Guía (G): En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
G: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo los cielos y la tierra.
SALMO DEL DÍA.
Del Salmo 107 (1-9):
G: ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno; porque su misericordia es constante!
G: Que lo afirmen los redimidos por Dios, los que salvó del poderoso enemigo,
G: los que unió desde lejanas tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur.
G: Perdidos en el desierto, no hallaban un camino que los llevara a una ciudad habitable.
G: Andaban hambrientos y sedientos, con el alma a punto de desfallecer.
G: En su angustia, clamaron al Señor, y él los libró de sus aflicciones,
G: los guio por un buen camino, hasta encontrar una ciudad habitable.
G: ¡Alabemos la misericordia del Señor y sus grandes hechos en favor de los mortales!
G: El Señor sacia la sed del sediento, y colma con buena comida al hambriento.
G: ¡Adoremos al Señor! ♫ Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era al principio es ahora siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
CONFESIÓN DE PECADOS.
G: Del Señor, nuestro Dios, es el tener misericordia y el perdonar; aunque contra él nos hemos rebelado, y hemos desobedecido su voz y sus leyes (Daniel 9:9-10).
G: En silencio, confesemos nuestros pecados.
Sigue un momento de silencio, para examen de conciencia y confesión de pecados. Después:
G: Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti en pensamiento, palabra y obra, en lo que hemos hecho y en lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para la gloria de tu santo nombre. Amén.
G: Señor, ten piedad de nosotros. ♫Señor, ten piedad de nosotros. G: Cristo, ten piedad de nosotros. ♫Cristo, ten piedad de nosotros. G: Señor, ten piedad de nosotros. ♫Señor, ten piedad de nosotros.
G: Por la misericordia de Dios, Jesucristo fue enviado para morir por nosotros; y por amor a Él, Dios nos perdona nuestros pecados (1 Timoteo 1:15). En el nombre del Padre, y del Hijo+, y del Espíritu Santo. Amén.
G: ¡Gloria a Dios en las alturas! ♫ En la tierra paz y a los hombres buena voluntad. A Dios dad gracias, dad honor y gloria en las alturas; pues, sabio y grande protector, bendice a sus criaturas; con fuerza y buena voluntad, remedia la necesidad y alivia las tristuras.
ORACIÓN DEL DÍA.
G: El Señor esté con ustedes. ♫Y con tu espíritu.
G: Oremos. Señor: quédate con nosotros, en estos tiempos de oscuridad. Multiplica en nosotros tu misericordia. Sé nuestro compañero en el camino, enciende tu luz en nuestras corazones y mentes, y despierta la esperanza; para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras, y en nuestra vida provista por ti. Concédenos esto, por el amor de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, ahora y siempre. ♫Amén.
LECTURAS BÍBLICAS.
Epístola: Hechos de los Apóstoles 2:41-47 (36-47).
Después de la lectura:
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Evangelio: Juan 6:1-15.
Después de la lectura:
Alabado sea nuestro Señor Jesucristo, ¡Aleluya! ♫Aleluya, aleluya, aleluya.
Reflexión Bíblica.
Se puede guardar un momento de silencio para meditar en las lecturas de la Palabra de Dios. Luego, quien guía puede compartir una breve reflexión, o invitar a los presentes a hacerlo. Para estimular la reflexión, puede preguntar: ¿qué te llamó la atención? ¿Alguna frase, algún personaje, alguna imagen? ¿Qué lección te entrega? ¿De qué manera impacta (reafirma y cuestiona) tu fe? Después de esto, como respuesta, se canta un himno.
Una multitud hambrienta, imposible de alimentar. Quién podría proveer tanta comida para tanta gente, con semejante rapidez. ¿Qué haríamos nosotros? Ni siquiera pensemos en cinco mil personas; pensemos en un grupo de cincuenta. Quizás con razón, rápidamente, les invitaríamos, con mucho cariño, a volver a sus casas…
Pero, Jesús hizo todo lo contrario. Mandó a sus discípulos a invitar a la multitud a recostarse; es decir, a pasar a la mesa. Jesús se hizo cargo. ¿Cómo es esto de hacerse cargo? Si sólo tenían cinco panes y dos peces. ¡Cinco miserables panes, y dos pescados! No hay razón…
El resto de la historia, es conocida: todos comieron hasta saciarse. Incluso, sobró comida…
Hermanos y hermanas: hoy vivimos en tiempos en que muchos pasan hambre, en que muchos viven en la miseria; también hay muchos que sufren a pesar de tener abundancia material. Muchos, requieren y requieren; y ni siquiera disponen de 5 panes y 2 peces.
Y es aquí, en este momento, donde Jesús nos llama la atención, nos manda, como a sus discípulos en aquel tiempo, a hacernos cargo. ¿Qué es esto? Algunos creerán que, como iglesia y como cristianos, nuestra misión es eminentemente espiritual; otros, al contrario, que es luchar contra el pecado estructural, contra el sistema, para que todos seamos partícipes de un cierto bienestar; y talvez haya un tercer grupo, que se posiciona al medio.
Al respecto, quisiera destacar tres momentos del relato:
lado el egoísmo, seamos desinteresados, y entreguémonos confiadamente como Jesús por nosotros. Luchemos por la justicia social, por el bien común, sí; pero, como lo haría Jesús: al máximo; firmes hacia adelante; resistiéndonos a las tentaciones del poder o la ganancia deshonesta; con valentía y valor, valentía y valor que sólo brotan del verdadero amor.
Queridos hermanos y queridas hermanas: que nuestra fe sea más que discursos. Que se encarne, como nos enseñó Jesús. Pues, cuando eso sucede, cinco panes y dos peces, por poco que parezca, es la bendición para la multitud, es lo que sacia su hambre. Y aun sobra mucho. Amén.
♫Himno del Día: Danos un corazón (Libro de Liturgia y Cántico, N°519).
Confesión de Fe.
G: Confesamos nuestra fe, con las palabras del Credo Apostólico. (Credo) ♫Amén, amén, amén.
Oración General de la Iglesia.
En este momento, oramos como iglesia. Lo hacemos en comunión con los hermanos que agradecen y ruegan confiados a Dios a través de todo el mundo, y como comunidad doméstica, tal como los primeros cristianos. Es una oración que refleja nuestras súplicas comunitarias.
Quien guía puede dirigir oraciones, o dar la oportunidad para que cada participante también lo haga. Podemos agradecer y pedir por: el día vivido, la iglesia, las familias, nosotros mismos, el país, el mundo, los gobernantes, los enfermos, los motivos personales, etc. La oración por los motivos personales se puede hacer en silencio.
G: Oremos.
Después de cada oración, se puede decir:
G: Dios de misericordia, atiende nuestra súplica.
Al finalizar las oraciones:
G: Señor, confiamos en tu gracia; sabemos que lo que te rogamos nos concederás; y te agradecemos por enseñarnos a orar: (Padre nuestro). ♫Amén.
Bendición.
Que el Señor de toda gracia, los afiance y los conserve fuertes y constantes en la fe (1 Ped 5:10).
Que el Señor del amor y del consuelo eterno, anime sus corazones y los fortalezca para que todo lo que digan y hagan sea bueno (2 Tes 2:16-17).
Que el Señor de la paz les dé, siempre, y en todo, la paz (2 Tes 3:16).
Y la bendición de Dios, Padre, Hijo+ y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. ♫Amén.
Envío.
G: Vayan en la paz del Señor y sírvanle. Demos gracias a Dios.
♫Himno de Envío: Bendito el hombre que gozoso (Culto Cristiano, Nº 268).