Sermón del Pr. Andreas Handstein
Predica Lucas 19,37-40 (cf.también lectura Evangelio)
37 Cuando se acercó a la bajada del monte de los Olivos, todo el conjunto de sus discípulos comenzó a gritar de alegría y a alabar a Dios por todas las maravillas que habían visto; 38 y decían: «¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!» 39 Algunos de los fariseos que iban entre la multitud le dijeron: «Maestro, ¡reprende a tus discípulos!» 40 Pero Jesús les dijo: «Si éstos callaran, las piedras clamarían.»
¡Estimada comunidad!
“¡Alégrate mucho, ciudad de Sión! ¡Canta con alegría, ciudad de Jerusalén! Tu Rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montando en un burro, en un burrito, cría de un burra.”
(Zacarías 9,9)
Así profetizo el profeta Zacarías la entrada de JESUS en Jerusalén 500 años antes.
Dijo que canten y cantando himnos de júbilo la multitud saluda a JESUS cuando entra a la ciudad. Aunque montando humildemente solo en un asno. Lo saludan como rey:
“¡Bendito el Rey, que viene en el Nombre del Señor!”
(V38a, cf.Salmo 118,26).
Exclamando estas palabras la gente se refiere al Salmo 118, que se le llama el “Salmo del Rey”. Los salmos son himnos, que se cantaban en el culto de la sinagoga con diferentes motivos y fiestas del año. Igual como nosotros hoy en los cultos cantamos himnos de alabanza al Señor.
El nombre de este Domingo no en vano se llama “Cantate” que quiere decir en castellano “cantad”. Es pues un imperativo que nos pide o exhorta cantar la alabanza del Señor.
I.
El cantar es parte de la naturaleza humana. Hay situaciones en la vida en las que no se puede evitar cantar. Puede ser una gran alegría, que me motiva a cantar pero también una situación de aflicción o tristeza. Cantando puedo expresar mis sentimientos, como me siento en mi interior. Miremos los salmos bíblicos en el Antiguo y Nuevo Testamento igual que los himnos de nuestro himnario. Hay canciones e himnos para todas las situaciones y eventos de la vida: bautismo, matrimonio, alabanza, agradecimiento, fallecimiento, confirmación, cruz y consuelo, para las diferentes estaciones del año eclesiástico, para la mañana y para la tarde, etc. … Vale la pena mirar el himnario de vez en cuando y leerlo; y podremos ver la profundidad espiritual de muchos de los himnos; sobre todo de los de Paul Gerhardt, Neander, Rietmüller, Crüger, Lutero, Heunisch, Neumark y muchos otros más. Sus himnos se dirigen al hombre en sus sentimientos más profundos. Pueden ser consolador y aliviar emocionalmente y dar fuerzas en las situaciones desconsoladas. Del reformador checo Juan Hus se dice, que canto todavía en la hoguera: “CRISTO Hijo de DIOS, ten piedad de mi.”
La fuerza que tiene el cantar no deberíamos desestimarla. No en vano los himnos, como la música en general, juegan un papel muy importante en la Iglesia. Cuando ahondamos en los textos de los himnos eclesiásticos hasta podríamos decir, que forman un género especial del Evangelio, que nos anuncia a CRISTO en el horizonte de experiencia y fe del autor.
II.
Naturalmente es de importancia que es lo se canta, lo que quiere decir o expresar la letra.
Saludando a JESUS en Jerusalén con palabras de un Salmo, expresan algo muy especial y decisivo: Le reciben como Rey:
¡Bendito el Rey que viene en el Nombre del Señor; …!
aunque las circunstancias no han sido precisamente gloriosas; ya que entró humildemente en un burrito. Pero sin duda alguna, JESUS es el esperado Rey del fin de los tiempos, del cual habla el profeta Zacarías. Por lo tanto JESUS no rechaza los gritos de júbilo de parte de la multitud, sino que los acepta plenamente, pues en realidad significan una proclamación real.
Sin embargo Su dignidad real es de cierta manera escondida en Su padecimiento. Precisamente sobre su cruz hay un letrero en que sale su título: INRI – JESUS NAZARENUS REX JUDAIOS – JESUS DE NAZARET REY DE LOS JUDIOS.
No obstante en esta realeza está fundada la salvación del mundo, ya que JESUS es un rey de la paz, tal como lo aclaman también las personas. Pero la paz que CRISTO trae, no es lo que solemos comprender por el término “paz”. No es esperar una paz en que todos se lleven bien, que no haya discordia ni pelea entre los hombres y las naciones del mundo entero y que las armas se callen. Una paz universal es una utopía o un sueño que nunca se realizará de manera completa en este nuestro mundo. JESUS no es el portador de la paz mundial, como el mismo da a entender diciendo:
“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien, ni tengan miedo” (Juan 14,27) “… para que en mí hallen paz.” (Juan 16,33ab)
La paz que JESUS trae es mucho más que la paz del mundo. Es la paz entre DIOS y el hombre, ya que la obra de CRISTO es una obra conciliadora. Esta paz nos concede una tranquilidad interior dentro del ser humano creyente, y solo teniendo esta paz con DIOS, la paz entre las personas es posible. Esta paz es el requisito para que haya paz en el mundo.
Pero cuando el Reino de la Paz de CRISTO una vez habrá llegado, entonces no tendrá fin (Isaías 9,6). La paz universal solo se llevará a cabo en el Reino eterno de DIOS. Sin embargo la paz de CRISTO, ya comienza aquí haciéndonos firmes y estando alegres de vivir en este mundo aquí en la tierra.
El rey de la paz ha venido. Participando en la paz que ÉL nos trajo, tenemos muchos motivos para cantar himnos de alabanza, a ÉL. Bendito el Rey, que ha venido: JESUCRISTO.
Amen