Sermón del 8 de marzo de 2020
I.
Un 8 de marzo de 1857, desde hace 163 años, en los Estados Unidos, se realizó una gran manifestación pública de las obreras textiles de la industria Cotton de Nueva York por mejores condiciones laborales. Murieron 129 mujeres trabajadoras. 51 años después, el 8 de marzo de 1908 15000 mujeres obreras de la industria textil fueron a las calles en Nueva York para exigir el derecho a voto, tiempos de trabajo más cortos, mejores salarios y más seguridad y protección laboral. 9 años más tarde, el mismo día, mujeres se manifiestaron en San Petersburgo contra la guerra bajo el lema “pan y paz”, continúan con una huelga que provoca finalmente la salida del Zar.
En 1910 en la segunda conferencia internacional de mujeres socialistas se decidió establecer un día internacional de las mujeres. Clara Zetkin y Käte Duncker habían formulado una propuesta. Se realizó la primera vez el 19 de marzo en 1911. Pronto, en 1918 se estableció el derecho a voto en varios países. En Chile se celebró por primera vez el día de la mujer el 8 de marzo de 1936, el mismo año en que las mujeres podrían votar por primera vez. Ya en 1932 se había aprobado la ley.
En 1975 la ONU realiza por primera vez una celebración el 8 de marzo y en 1977 la asamblea general llama a los estados establecer un día para los derechos de la mujer y la paz mundial.
Y así hasta hoy celebramos el 8 de marzo el día internacional de la mujer.
II.
Mucho ha pasado desde estas fechas entonces. Gracias a Dios tenemos hoy el derecho a voto en un gran número de países. Pero el día internacional de la mujer todavía no queda obsoleto.
Algunos datos de la ONU (Documento Gender equality, women rights in review 25 years after Bejing):
Solo uno de cada cuatro parlamentarios son mujeres a nivel mundial. En 2019 22 países en el mundo tenían jefas de Estado o de gobierno. Mujeres ganan 16 % menos que hombres y el 80 % de las casas están a cargo de una mujer. Y mujeres trabajan 4,1 horas de forma gratuita en el cuidado y el ámbito doméstico mientras hombres solo: 1,7 horas. 18% de las mujeres entre 15 y 49 años que tiene una pareja experimenta violencia física o sexual de su pareja.
En el día internacional de la mujer no se trata de hacerle un cariño a las mujeres, u honrarlas o incluso luchar por su superioridad, sino de recordar todo lo que falta por hacer y luchar y reflexionar cómo podemos convivir realmente de manera justa y equilibrada entre todos.
III.
Como cristianos tampoco podemos quedarnos indiferentes frente este desequilibrio e injusticia.
Jesús no hacía diferencia entre hombre y mujeres. Hablaba a ambos, defendía a ambos, ayudaba ambos, se dirigía a hombres y mujeres y reconocía la fe en hombres y mujeres.
Y el apóstol Pablo escribe a los Gálatas (3,28): Ya no hay (judío ni pagano, esclavo ni hombre libre,) varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús.
IV.
El texto bíblico para hoy da una linda orientación para el trabajo por la justicia de género.
Pablo escribe en su carta a los Romanos en 5,1-5:
Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.
Sí, ambos somos justificados, hombres y mujeres. Podemos percibirnos en paz con nuestro creador. Podemos vivir tranquilas en su gracia, gozando que él nos ama y nos hizo maravillosamente con nuestras diversas virtudes.
Sí, como mujeres vivimos tribulaciones, tenemos miedo, nos angustiamos, sufrimos injusticia, maltrato, violencia, acoso, prejuicios por todo lo que falta para llegar a un equilibrio de trato y poderes.
Pero podemos ver que la constancia, la virtud probada y la convicción, que merecemos la gracia de Dios y así un trato digno, ha empujado cambios, que fueron impulsados por mujeres luchadoras y perseverantes. En estos cambios se muestra que la esperanza no quedará defraudada.
Algunos aspectos que se han cambiado gracias a la resistencia y esperanza de muchas mujeres: Pienso en el derecho a voto, la libertad de expresión, los movimientos feministas que se expresan en las calles, el aumento de parlamentarias de 12 a 25 por ciento desde 1997 hasta 2020, el aumento de la participación de las mujeres en los espacios públicos y políticos y en la toma de decisiones. O lo que dice un video de la ONU” Somos generación igualdad”, que hoy hay cada vez más personas que entienden que mujeres y hombres deben tener los mismo derechos. Pienso también como varias las iglesias han abierto las puertas a las mujeres durante los años, reconociendo así la dignidad e igualdad de las mujeres. Un desarrollo del cual gozo mucho personalmente. Agradezco a la Iglesia Luterana en Chile por haber hecho el paso de permitirme ejercer en el ministerio de la fe.
(Recomiendo leer en distintos libros que cuentan las biografías de mujeres que resistieron, marcaron presencia y abrieron puertas a nuevos caminos. (Chilenas rebeldes, Mujeres bacanas, Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes 1 y 2)
Para seguir luchando tenemos nuestra esperanza, pero sobre todo el amor que Dios ha derramado en todos nosotras y nosotros. Este amor nos ilumina para que sea un actuar pacífico y constructivo, pero aun así lleno de pasión por la dignidad de las mujeres y niñas. Un actuar en que no nos quedemos callados y no tiramos la toalla cuando hay injusticia, pero también un actuar en que s trabajamos en conjunto, de forma democrática, buscando la empatía del otro. Por ejemplo: describiendo nuestros sentimientos honestamente, cuando algún trato nos hace sentir muy incómodo o cuando estamos expuestos a violencia y trato injusto.
Esto nos deseo hoy en el día internacional de la mujer.
Pastora Hanna Schramm