Santiago, Junio 2017
Al recién electo obispo Oscar Sanhueza, la presidencia y el consejo sinodal, pastoras y pastores y todos los miembros de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile.
Queridos hermanos y hermanas:
Me han preguntado: ¿Y qué piensa la ILCH acerca de lo que ha pasado en la IELCH últimamente?
Quiero intentar a responder, como obispo de la ILCH, como alguien que vive en Chile desde 1980 y que ha trabajado como pastor en varias comunidades de la ILCH, y que ha participado (nuevamente) en los últimos 6 años en el CILCH, en el cual hemos trabajado con esperanza y dedicación en el proyecto de un techo común para el luteranismo en Chile, bajo el lema: Una iglesia, dos sínodos. Un compromiso que hubiera mantenido las idiosincrasias de las dos iglesias, pero hubiera permitido aparecer y actuar como una iglesia federada en representaciones y participaciones en eventos públicos, nacionales e internacionales y operar en común en proyectos diacónicos, culturales y eclesiásticos.
Ahora, después de los dos sínodos extraordinarios y el sínodo ordinario de la IELCH, las votaciones y elecciones, y las siguientes secuelas, quiero resumir algunas impresiones y reacciones. Lo escribo como reflexión personal, porque en la ILCH tampoco estamos todos/as de la misma opinión y no todos/as van a suscribir lo escrito por mí.
1. Con dolor hemos seguido y en oración acompañado la crisis interna que ustedes vivieron desde la aceptación de los nuevos estatutos que distingue entre la función de una presidencia “laica-administrativa” y un obispado “espiritual-pastoral”. Lamentamos que a consecuencia nos tocó suspender el CILCH justo en el año anterior de las conmemoraciones de los 500 años de la Reforma.
2. Con más dolor hemos escuchado de la votación en contra del proyecto ILFECH. Ahora varios de nosotros estamos “de duelo”, entendiendo el duelo como el proceso doloroso después de una pérdida significativa que todavía no se logra a entender y aceptar. Ha costado tanto engendrar este proyecto que ahora ha sido abortado – ¿Bajo qué causales? Preguntamos. ¿Qué hemos hecho mal los que participamos en él, en qué nos equivocamos? Todavía no logramos aceptar los argumentos escuchados en contra.
3. Con gran preocupación hemos leído la carta de la comunidad Martin Lutero en Concepción en la cual explica las razones del congelamiento de su membresía en la IELCH. Esa carta confirma nuestra impresión que la crisis interna no se pudo solucionar solamente con la elección de nuevos nombres para el liderazgo, muy por el contrario.
4. Problemas de fondo persisten y siguen existiendo como desafíos no solamente para los recién electos, sino para todos nosotros, luteranos/as en Chile:
• La coordinación de un liderazgo transparente, pastoral- y económicamente sostenible y sustentable, compartido confiadamente entre laicos y pastores, hombres y mujeres.
• La superación de múltiples miedos, sean ellos más o menos fundados y más o menos comprensibles:
1. El miedo de entregar, delegar o compartir cuotas o espacios de “poder”. (Llamó la atención el rechazo que causó la figura de un “secretario general”. Obviamente no hay confianza y donde no hay confianza uno no quiere delegar poder. Pero, ¿por qué tal desconfianza?)
2. El argumento de las “eclesiologías diferentes”. Pregunto: ¿Detrás de nuestras diferencias eclesiológicas se esconde la incapacidad o poca voluntad de asumir toda la historia y realidad del luteranismo en Chile? ¿No será que muchos prefieren quedarse con su parcial visión? ¿Será que a muchos en la IELCH les cuesta incorporar en su conciencia una visión positiva de la historia del origen de la iglesia luterana como una iglesia de trasplante vía colonos alemanes y la existencia de un luteranismo étnico por 100 años que todavía tiene algo de importancia? ¡Como por lado de la ILCH cuesta incorporar la historia de la división, confesar por lo menos parte de culpa en ella y reconocer positivamente la apertura a la realidad chilena mediante la formación de nuevas comunidades y su lucha por los derechos humanos! (Entre paréntesis: Por lo menos un problema de la división persiste y eso lo han mostrado las últimas votaciones en la IELCH: el tema de la representatividad en el sínodo entre comunidades pequeñas y comunidades más numerosas. ¿Cómo evitar que representantes de varias comunidades pequeñas con pocos miembros logran mayoría de voto sobre pocas comunidades, pero con más miembros en total?)
3. Una desconfianza lamentablemente instalada en la sociedad chilena es la de “los de la derecha a los de la izquierda” y viceversa, y sus respectivos discursos ideológicos-políticos. En forma superficial pero efectiva se puede cultivar con eso los miedos y la desconfianza entre muchos miembros entre ILCH y IELCH. Después de lo observado últimamente agregaría otra faceta, no tanto político-partidista sino social-clasista: Las dificultades de aceptación, comprensión y respeto mutuo entre personas de sectores más populares y del mundo ABC1 y entre personas con poca y personas con más formación académica o profesional (todavía está grabada en las mentes la relación patrón/inquilino). Es humanamente comprensible que estas dificultades son para nada fáciles de manejar o superar. Para la vida de comunión entre cristianos/as y su misión en este mundo pueden ser un veneno mortal. Sabemos que en una iglesia cristiana los valores del evangelio de Jesucristo deberían ser más potentes que los miedos, resentimientos, juicios y prejuicios sociales. Pero tenemos que confesar que muchos en la ILCH y la IELCH tienen miedo de una iglesia luterana teológica- social- y culturalmente más compleja, más amplia, variada y más inclusiva. Prefieren su club conocido, su segmento y rincón social y sus vínculos preferidos (internamente y hacia el exterior).
Como consecuencia del aborto del proyecto ILFECH escuchamos con gran escepticismo lindas palabras o deseos de unidad y hermandad cristiana, de reconciliación y comunión etc. etc., probablemente adornadas de igualmente lindas citas bíblicas.
Personalmente participaré con más de un poco de vergüenza en las actividades de conmemoración o celebración de los 500 años de la Reforma Protestante. Habría esperado que nuestro aporte y testimonio en Chile hubiera sido una iglesia luterana más reconciliada en hechos, y no solamente en palabras.
Estamos esperando de parte de la IELCH una “contraoferta” practicable sobre cómo encaminar el CILCH y qué unidad es la que quiere para los luteranos/as en Chile.
A pesar del escepticismo quiero terminar con algo positivo:
A pesar de todo curiosamente existen – ¡y han mejorado! – muchas relaciones entre pastores/as y comunidades de ILCH y IELCH. Queremos seguir en eso: Simplemente cultivar relaciones amistosas entre personas y comunidades.
Y orar y esperar en el Señor y Su Espíritu.
Sin cita bíblica…
Cordiales saludos
Siegfried Sander
Obispo ILCH