Pr. Esteban Alfaro – Obispo Auxiliar de la Iglesia
Texto: San Lucas 6:27-36.
27 »Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, 28 bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. 29 Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa. 30 A cualquiera que te pida algo, dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. 31 Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes.
32 »Si ustedes aman solamente a quienes los aman a ustedes, ¿qué hacen de extraordinario? Hasta los pecadores se portan así. 33 Y si hacen bien solamente a quienes les hacen bien a ustedes, ¿qué tiene eso de extraordinario? También los pecadores se portan así. 34 Y si dan prestado sólo a aquellos de quienes piensan recibir algo, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores se prestan unos a otros, esperando recibir unos de otros. 35 Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado sin esperar nada a cambio. Así será grande su recompensa, y ustedes serán hijos del Dios altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malos. 36 Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo.
Las palabras de Jesús son, a mi entender, siempre un desafío. Jesús no se dirige a nosotros para que, como discípulos, nos acomodemos en su discurso. Por el contrario, Él está siempre provocándonos; invitándonos a dejar nuestra zona de confort y a salir a la vida para realizar su enseñanza. Él es un motivador por excelencia. La fe de Jesús no se agota en el culto dominical, esta se dinamiza y germina en la vida. Los discípulos de Jesús, son discípulos que salen a caminar la existencia, y a nutrirse de los desafíos que esta nos presenta. Cuando envía a los setenta y dos, por ejemplo (Lc 10:1); no los envía a pasar una temporada a las diferentes sinagogas que existían en la región. Si no, a ir a las familias que encontraran en su camino, a ir a las personas que quisieran recibirlos y escucharlos. La fe de Jesús, no es fe de fin de semana, si no que cotidiana.
Al buscar que compartir con ustedes hoy, encontré este texto del Evangelio de Lucas. Y dado el momento que el planeta vive y nosotros con él, me pareció apropiado para la reflexión de este domingo en que se celebra la misericordia de Dios.
En este contexto, les pido que cierren sus ojos e imaginen en medio de la oscuridad la tenue luz de un fósforo encendiendo una pequeña vela. ¿preguntarás por qué? Te diré: provocado por las palabras de Jesús en el texto: al mirar la vela apagada de mi mesa, sentí que reflejaba el estado de muchos de nosotros hoy, que hemos nacido para cumplir una tarea, pero que estamos contenidos; nuestra luz, nuestra energía está en pausa. Quienes tenemos determinada edad, pero aún con mucha energía, sentimos cierta preocupación que nos retrae, que nos hace buscar refugio en casa, detrás de una mascarilla o guardando “saludable” distancia. Sabemos que la situación es muy compleja. Sabemos que en el mundo hay muchas familias pasando serias dificultades. Y entendemos que esto puede complicarse mucho más. Estamos viviendo un momento excepcional. Un momento que nos va a poner a prueba y que va a poner a prueba nuestra fe.
Jesús en el sermón del monte, nos dice que somos la luz del mundo (quiero relacionar esta afirmación con la exigencia del texto de Lucas); entiendo que no lo dice por que seamos lindos, si no por lo que potencialmente somos capaces de hacer.
En el relato de Lucas se presentan ocho situaciones excepcionales. Ocho situaciones totalmente incomodas, de aquellas que ninguno de nosotros quisiera vivir. Son situaciones desagradables. Jesús nos presenta situaciones de tensión que cuestionan la naturaleza humana. Es decir: en primer lugar, nos pide amar a nuestros enemigos, en el sentido de quien nos es hostil según el griego en que el texto está escrito. No es sólo un enemigo de guerra; implica también a quienes son hostiles con nosotros en la vida diaria. Lo que pide Jesús en este contexto es algo excepcional y difícil. Nos provoca. Luego nos pide que hagamos el bien a quienes nos odian, a quienes desean nuestro mal. Nos pide una actitud que va contra nuestra reacción natural. Así continúa poniéndonos en situaciones incomodas, cuestionándonos en cada ejemplo.
Seguramente el sabe que siempre podemos dar más que aquello que nuestra naturaleza cree que puede. Sabe que somos capaces de superarnos y superar la tendencia de nuestro ego. Por eso nos dice, que somos la luz del mundo, y que esa luz, una vez encendida, puede iluminar a otros.
Es tan exigente.
El pasaje está dividido en dos párrafos en la edición de La Biblia Dios Habla hoy. En ambos párrafos primero nos confronta con nuestra naturaleza, poniéndonos frente a quienes nos insultan, frente a quienes nos maltratan, frente a quienes nos piden lo que es nuestro, frente a quienes no tienen nada que ofrecernos; y al final nos regala en una frase lo que Él quiere; en el primer párrafo: “Trata a los demás como quieres que te traten a Ti”. Y en el segundo: “Se compasivo, así como Dios es compasivo contigo y con tu naturaleza egoísta”. Que desafío: nos muestra que el Evangelio es para quienes no se conforman. Para los que saben que pueden ser más que aquello que son ahora.
Vivimos un momento excepcional. Nuestra naturaleza está puesta a prueba. La situación es tensa y desafiante. Pero nuestro maestro sabe que nuestra luz puede brillar en la penumbra. En momentos de excepción, se necesitan actitudes excepcionales.
Seguro que te relacionas con alguien que está en necesidad en estos momentos, probablemente no sea tu enemigo. Puede ser alguien que conoces y que necesita de tu apoyo; puede ser alguien que no conoces y lo está pasando mal. Si hay luz en ti, si la hay nosotros, seamos fieles a nuestro maestro y hagamos que brille, para que no se apague la luz de quien está pasando dificultades en estos tiempos en que la tendencia natural es preocuparse por los nuestros y dejar que los otros se las arreglen solos. Aceptemos el desafío que nos plantea el texto de Lucas. Dejémosle cuestionar nuestra forma de ver las cosas, que generalmente considera más importante nuestro interés, nuestra necesidad. Podemos ampliar nuestra concepción del bienestar, incluyendo en ella las necesidades del prójimo. En tiempos difíciles es difícil ceder una parte de lo que consideramos nuestro derecho, nuestro confort, lo que consideramos parte de nuestra seguridad.
Pero es momento de escuchar a nuestro maestro y entender que mi bienestar se realiza también en el bienestar de mi prójimo. De las personas que nos rodean y pasan momentos duros, adversos.
Jesús sabe que podemos más, por eso nos pide:
Compartir…
Escuchar……
Acoger….
Ser empáticos…
Y abrir nuestra conciencia a lo que personas que están más cerca de lo que creemos, están pasando. Que el mundo nos reconozca porque sabemos amarnos unos a otros.
Amén.