Obispo Alexis Salgado
¿Qué significa ser luterano en el día de hoy? En medio de los actuales problemas, en medio de las crisis de las instituciones donde las Iglesias no han salido inmunes. ¿Tiene importancia ser luterano? Una Iglesia pequeña en relación con las demás, más aún asociada a la migración y con un trabajo hacia adentro; ¿qué trascendencia tiene ser luterano? Cuando muchas personas se confirman, dicen “¡qué bonita estuvo la ceremonia!”, ¿hay un compromiso más allá de lo que ellos dicen?
Hace mucho tiempo escuché que la Iglesia Luterana es la Iglesia del futuro porque de alguna forma llegaba a responder los problemas que se nos viene. Y la verdad es que, cuando uno revisa lo que pasa en nuestro país, nuestra iglesia tiene muchos elementos distintivos que forman una propuesta diferente, un llamado a vivir la fe en forma más sostenible y sincera (aunque no ensalzamos a la Iglesia sino al fundamento de ella que es Jesucristo).
El principal elemento que tenemos es el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, colocando el énfasis, no en el miedo ni en un cristianismo derrotado, sino en la Gracia de Dios, este regalo que nos habla de perdón permanente, de reconciliación de Dios con el ser humano, y que se contrapone a la teología del miedo o de la esclavitud institucional. Además, la doctrina del libre examen de la Escritura y, por lo tanto, el respeto a la conciencia individual provoca que podamos valorar la diversidad en la unidad, tenemos diferentes dones, diferentes maneras de pensar, pero el Cuerpo de Cristo es el mismo y el Dios que nos convoca es el mismo a pesar de los distintos pensamientos y posiciones que tengamos. Más fuerte es el amor.
La mujer ha sido un elemento que mas se ha empoderado en nuestra sociedad, pero en las iglesias aún están en una situación de inferioridad, es por eso lo importante que es poder trabajar para el acceso igualitario de hombres como mujeres, donde se puede ser pastores y pastoras, obispos y obispas, siendo el trabajo espiritual más intenso, complementario e inclusivo. Nuestra propia forma de trabajar en forma democrática es diametralmente distinta a la forma mas vertical de otras expresiones religiosas, el sacerdocio de todos los creyentes provoca que todos seamos responsables de nuestra Iglesia y, por lo tanto, el compromiso debe ser el llamado que cada uno de nosotros tiene frente a Dios.
En mis visitas episcopales logro percibir como está el avance de la Iglesia local en la misión de Dios, en cada una de ellas logro percibir que existe un gran amor al trabajo que Dios nos ha dado, pero también recojo el deseo que más personas puedan participar, no como observantes sino como participantes más activos y comprometidos. Y cuando veo que nuestra Iglesia puede ser no solo un aporte, sino que -y como me lo dijo una persona- “está llamada a poder llenar aquellos espacios espirituales que se están generando”, es necesario sacarnos la pantalla que cubre la ampolleta para dar a conocer nuestro carácter cristiano de nuestro llamado.
Es por eso que, en el liderazgo de la Iglesia Luterana, y, a través de las visitas episcopales, y en la interacción con la Comunidad, uno se pregunta sobre el como se puede apoyar en las distintas necesidades con el fin de que nuestras Iglesias puedan llevar adelante la misión de Dios; el tener una unión entre nosotros nos ayuda a vincularnos con el resto de las Comunidades de nuestra Iglesia y también de la Federación Luterana Mundial, puesto que, en este trabajo tenemos la ayuda de Dios pero también formamos una familia donde podemos retroalimentarnos, y apoyarnos. Por otro lado, es necesario que la comunidad pueda estar conectada con las distintas instancias de apoyo espiritual y financiero que están para el mantenimiento y el crecimiento de las Iglesias. Un ejemplo de esto es el proyecto que se está generando en La Unión para trabajar con los jóvenes de esta ciudad y que conlleva el fortalecimiento de la comunidad, puesto que cuando una Iglesia trabaja, la primera beneficiada es ella misma.
Siempre me he preocupado sobre el como cada familia luterana se alimenta, se nutre espiritualmente, quizás esta sea una pregunta que cada uno deba hacerse, pero el gran problema moderno -lamentablemente- es la falta de tiempo. Al ser todos responsables como buenos administradores de lo que Dios nos da, no solo en la parte material sino en las preocupaciones por el otro, es necesario colocar atención en el trabajo generacional. En este sentido, y, como una forma de poder empoderar y capacitar a las familias de nuestra Iglesia comencé a ofrecer un taller para poder capacitar en la Educación Espiritual de la Familia, mostrando los distintos elementos que tenemos para poder fortalecer esta vinculación de los nuestros para con Dios.
En fin, debemos darnos cuenta que la preparación es importante para poder dar una respuesta y una opción de vivir el cristianismo que muestre el vigente amor de Dios para la sociedad. Agradecemos cada una de las instancias donde se desarrolla este crecimiento (cultos, estudios bíblicos, variados grupos), todos son semillas que crecen y dan su fruto, pero también, colocamos a disposición de nuestra Iglesia las nuevas opciones de aprendizaje “on line” que son más llevaderas y permiten un trabajo más personalizado. Un ejemplo de esto son los cursos del Seminario de Augsburgo que ofrece la Iglesia Luterana de México y que están a disposición de cualquier persona.
Así, preparados podemos ser testigos de Cristo y ser una Iglesia que mira a su inspirador y Salvador, pero también sabe atender al prójimo en su propia necesidad.