Meditación Domingo 03 de Mayo 2020 – Comunidad del Lago Llanquihue
Estimados Miembros de las Comunidades
Me ha correspondido en el día de hoy, realizar la meditación para este domingo. He de confesar que es un poco extraño para mí, escribir la reflexión, debido a que el método que empleo, se basa en un mapa conceptual, el cual voy desarrollando al momento de efectuar la prédica. Este camino, hace mucho tiempo que no lo he empleado y ha significado un nuevo desafío personal para estos tiempos complejos.
Antes de continuar escribiendo, les comento que yo empleo el lenguaje determinado por la Real Academia Española, pero tiene un profundo sentido inclusivo de todos los seres humanos.
Luego comencé a pensar, bajo que óptica enfrento esta meditación, algunos dirán que sería repetir lo que uno predica en forma habitual, pero llegué a la conclusión de que existía la posibilidad de que sea un documento tan extenso, como la misma epístola, sobre la cual se inspira esta reflexión. Ante tal idea, tomé el camino, de escribir ideas, que inspiran el texto, procurando usar la ventaja del escribir, que se refiere a que se tiene la oportunidad para corregir lo escrito.
El texto para hoy se basa en el Evangelio de Juan, capítulo 15, versículo 1 al 8. Es un texto muy conocido de este evangelio que para mi aborda uno de los temas centrales del evangelio, los frutos o lo que mostramos de nuestro interior. La primera idea que me llama la atención, se refiere a que en la medida de nuestra relación personal con Cristo, es el tipo de fruto que nosotros generamos. El árbol, o la vid como dice Jesús, es el origen y que nuestro Padre Dios es el que la cuida en todos los sentidos. Lo difícil del versículo 2 es que si uno no da fruto, o la rama que no da frutos, se corta, para que esa sabia vaya a la rama que si puede dar frutos. Es una idea que por un lado me duele y por otro me asusta. Me duele porque uno puede ver los frutos que generan las personas que vamos conociendo a través de la vida y como se ha visto que algunos de ellos se apartan.
Es algo doloroso de recordar a personas que uno conoció y que en un momento dado de la historia manifestaron una gran y profunda fe, pero con el paso del tiempo, se van alejando, quedando un vació en el corazón y una gran tristeza, porque ya no están con uno y cuando nos encontramos con ellos, pareciera que uno viera un pequeña tristeza en sus ojos, porque las cosas no son como queríamos en aquellos tiempos de antaño.
Luego es un texto que me asusta, y para ser honesto, es un susto, porque yo me pregunto, que pasará si en algún momento de mi vida ocurriera que yo no de frutos. Seré cortado y alejado, y por todas aquellas cosas que uno lucho, ahora están solo en la memoria y pasan hacer un recuerdo más en la historia de los que trabajan en la iglesia. Si uno deja esta idea hasta este punto, puede entrar en una profunda pena o angustia, por lo que acontecerá en el futuro, pero ante esa realidad y si acudimos al texto bíblico, nos acordamos que Jesús ya nos limpió, que tenemos una segunda oportunidad en la vida y aquel versículo que dice “….quien nos podrá separar del amor de Cristo….” (Romanos 8:34 al 39) se transforma en un consuelo. Nada nos puede separa el amor de Dios y de todo cuanto hace por nosotros.
Ante lo cual surge la pregunta ¿Por qué algunos se pueden alejar de Dios, Jesús o la Iglesia? La respuesta esta en el versículo 4, cuando dice “…si ustedes se mantienen unidos a mí,….”. La decisión de estar con Dios, en sus caminos y por ser testigos en este mundo, es personal. Cada uno tiene la libertad de decir si se aparta del árbol o se queda unido a la vid. No es que Dios nos aparte o nos aleje, Él está siempre ahí, apoyándonos y procurando atender a nuestras necesidades de una manera como un padre lo realiza. Somo nosotros, ante lo que nos acontece en cada momento de la vida, que tomamos la decisión de seguir con Jesús o sin Cristo.
Esto implica la gran relevancia o importancia que tiene nuestra voluntad o las decisiones que tomamos a cada momento de la existencia. Hay un texto en Lucas 15, versículo 7 que nos muestra la importancia y lo trascendental de nuestras decisiones.
Pensar que si uno decide seguir ha cristo el mundo espiritual y celestial se conmueve y despierta una gran alegría en el cielo. Ante lo cual podemos decir que en caso contrario, si nos alejamos de Dios, ocurre una gran tristeza en los cielos.
En lo personal, no me había percato del impacto que tiene cada decisión humana, tanto en el mundo que vivimos como en el espiritual. Además de que muestra la importancia o rol que tenemos cada uno en este mundo y lo que está en juego. Podríamos decir que de acuerdo al camino que escojamos, la alegría o gozo celestial surgirá.
En las siguientes ideas, se muestran lo conceptos típicos de que unidos a Jesús, nos es posible dar muchos frutos y la gran idea o ayuda, que mantenidos unidos a Jesús podremos recibir todo lo que pidamos. En algunas ocasiones, se nos olvida la primera parte y pensamos que sólo con el hecho de pedir, Dios nos dará lo que queramos. Pero para mí el sentido real es que al estar unidos a Jesús, sabremos que es lo correcto o apropiado pedir, o que dejar de pedir, dejando todo en manos del padre, haciendo realidad lo que dice el Padre Nuestro “…hágase tu voluntad y no la mía..”. Este parte nos enseña que podemos tener muchos deseos, pero no todos nos conviene pedirlos y llevarlos ha que se hagan realidad. Al estar unidos a Jesús, aprendemos que uno de los grandes frutos es saber que es apropiado pedir y que dejar en manos de la voluntad de Dios.
Termina el texto con el versículo 8, que nos hace un llamado ha tener muchos frutos y que vivamos como discípulos de Cristo. Con lo cual se hace la unión entre los frutos y ser seguidores de Cristo. Ahora, lo que reconforta de este pasaje, es que Dios desea que seamos personas con muchos frutos, por ejemplo con paciencia, que en el día de hoy se necesita más que nunca. Paciencia con uno mismo y con los demás. Hay muchos frutos que da la relación con Dios y Jesús, que vienen del Espíritu Santo, como dice en Gálatas 5, versículos 22 y 23. Todos me llaman la atención como son la bondad, la benignidad, la fe, la mansedumbre, la templanza o el gozo. Pero hay uno, en el cual me quedo pensando, es en el gozo, porque todos los demás se aplican muy bien para los tiempos actuales. Pero me surge la pregunta ¿Qué es tener gozo hoy con el covid-19 a la puerta?
Pienso que tener gozo hoy es la alegría de saber que no estamos solo, que Dios nos cuida, nada nos faltará y ante lo que ocurra, podré decir que Jesús nos toma de la mano y donde Él esté, ahí estaré o estaremos.
No los quiero seguir aburriendo con una extensa lectura, y parta terminar me gustaría decir que en estos tiempos, son una época muy especial que tenemos para que podamos producir frutos en el lugar donde nos encontramos. Para mi no está en peligro la vida física, sino la vida espiritual, busquemos aquellos frutos o aquello que salva el alma y por aquello que mata el cuerpo, solo sigamos lo que dice la autoridad, porque del resto Dios proveerá.
Que Dios los bendiga y feliz primer domingo de Mayo.
Eduardo Silva A.
Pastor del Lago Llanquihue