Los 10 mandamientos
Cómo un jefe de familia debe enseñarlos en forma muy sencilla a los de su casa.*
El Primer Mandamiento
NO TENDRÁS DIOSES AJENOS
¿Qué quiere decir esto?
Más que a todas las cosas debemos temer y amar a Dios y confiar en Él.*2
Debemos también tener la consciencia de que Dios es UNO y TRINO, y que no hay otro Dios que no sea Él. Un solo Dios que nos creó, nos da la vida, nos sostiene y nos invita a estar en comunión con Él hasta la Vida Eterna.
El Segundo Mandamiento
NO USARÁS EL NOMBRE DE TU DIOS EN VANO
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no usemos su santo Nombre para maldecir, jurar, hechizar, mentir o engañar, sino que lo invoquemos en todas las necesidades, lo adoremos, alabemos y le demos, gracias.
Si realmente respetamos a Dios, entonces no debemos utilizar su Nombre como aval de promesas humanas, si no más bien, para orar a Él y sentir su cercanía como Padre.
El Tercer Mandamiento
SANTIFICARÁS EL DÍA DE REPOSO
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos la predicación y su Palabra, sino que la consideremos santa, la oigamos y aprendamos con gusto.
Debemos entender el “día de reposo” como algo más que un día especial como el sábado o el domingo para adorar a Dios, sino el hacernos el tiempo, salir de nuestra rutina cotidiana, para vivir con nuestra mente en la Palabra de Dios y nuestras acciones acorde con la fe.
El Cuarto Mandamiento
HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos ni irritemos a nuestros padres y superiores, sino que los honremos, les sirvamos, obedezcamos, los amemos y tengamos en alta estima.
Este Mandamiento nos llama a la humildad y a estar en posición de aprendizaje continuo, considerando a los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Al mismo tiempo, nos invita a no juzgar a otros sin conocer su realidad, sus experiencias, sus sufrimientos ni sus obligaciones.
El Quinto Mandamiento
NO MATARÁS
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no hagamos daño ni mal material a nuestros prójimos en su cuerpo y vida, sino que le ayudemos y hagamos prosperar en todas las necesidades de su vida.
Como cristianos somos llamados a mucho más que no-matar, somos llamados a velar por el bien de nuestros prójimos y a realizar todo lo que esté a nuestro alcance para hacer de sus vidas una vida mejor en el amor y consuelo de Dios. Asimismo, el “no matarás” incluye también a todas las criaturas de la Creación de Dios, haciendo un llamado a cuidar y respetar a los seres vivos que comparten el mundo con nosotros.
El Sexto Mandamiento
NO COMETERÁS ADULTERIO
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que llevemos una vida casta y decente en palabras y obras, y que cada uno ame y honre a su esposo o esposa.
El adulterio es un engaño hacia quien confía en nosotros y nos ama, por lo cual todo engaño que hagamos a nuestras parejas, amigos y conocidos es un adulterio, ya sea por infidelidad, mentira u omisión.
El Séptimo Mandamiento
NO ROBARÁS
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no quitemos el dinero o los bienes de nuestro prójimo, ni nos apoderemos de ellos con productos o negocios falsos, sino que le ayudemos a mejorar y conservar sus bienes y medios de vida.
El desfalco, la usura y la explotación son parte del hurto, es decir, cuando nos aprovechamos de nuestra condición o de la debilidad de otro para obtener lo que es suyo. Asimismo, el llamado a no hurtar nos recuerda que debemos velar por lo que no es nuestro y por las necesidades de nuestros prójimos.
El Octavo Mandamiento
NO HABLARÁS FALSO TESTIMONIO CONTRA TU PRÓJIMO
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que con mala intención, ni traicionemos, ni calumniemos, ni difamemos a nuestro prójimo, sino que lo disculpemos, hablemos bien de él e interpretemos todo en el mejor sentido.
No mentir es la misión de este Mandamiento, ni por “piedad” ni con “razón”, ya que toda mentira conduce al engaño y todo engaño produce dolor. La mentira y el hablar mal del otro nos llena de maldad a nosotros mismos conduciendo a otros hacia esa maldad y hacia el error. Debemos tener paciencia para esperar a la verdad antes de pretender tener siempre la verdad nosotros mismos. Es mejor callar antes de caer en la calumnia hacia otro.
El Noveno Mandamiento
NO CODICIARÁS LA CASA DE TU PRÓJIMO
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no tratemos de obtener con astucia la herencia o la casa de nuestro prójimo, ni nos apoderemos de ellas con apariencia de derecho, sino que le ayudemos y cooperemos con él en la conservación de lo que le pertenece.
Nuestro pensamiento como cristianos nos debe conducir a que nuestros prójimos crezcan en sus vidas y en su situación social. Así es que debemos preocuparnos en velar por su hogar tanto para ellos como para sus descendientes; siendo el hogar, un espacio imprescindible para la vida.
El Décimo Mandamiento
NO CODICIARÁS LA MUJER DE TU PRÓJIMO, NI SU SIERVO, CRIADA, GANADO NI COSA ALGUNA DE SU PERTENENCIA
¿Qué quiere decir esto?
Debemos temer y amar a Dios de modo que no le hostiguemos al prójimo su mujer, sus criados o sus animales, ni los alejemos, ni hagamos que lo abandonen, sino que los instemos a que permanezcan con él y cumplan con sus obligaciones.
La codicia nace de la maldad, de querer conseguir lo que pertenece a otro para nuestro propio beneficio. Todo lo que nos haga pensar en nuestro beneficio por sobre el de nuestros prójimos no es de Dios, sino que nace de nuestro inherente egoísmo y pretensión de tenerlo todo. Dios nos llama a respetar los bienes y las relaciones de nuestros prójimos, de modo de no ser una piedra de tropiezo para ellos, ni tampoco buscar nuestra conveniencia ante rupturas, conflictos o ignorancia.
¿Qué dice Dios de todos estos Mandamientos en conjunto?
Dice así: «Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso que visito el pecado de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Pero a los que me aman y guardan mis mandamientos, les hago misericordia hasta millares de generaciones»[1].
¿Qué quiere decir esto?
Dios amenaza con castigar a todos los traspasan estos mandamientos. Por tanto debemos temer su ira y no actuar en contra de estos Mandamientos. En cambio, Él promete gracia y todo género de bienes a todos los que los cumplen. Por tanto debemos amarlo y confiar en Él y actuar gustosos conforme a sus Mandamientos.
La visión en buena parte del Antiguo Testamento nos presenta a un Dios castigador que incluso se acuerda del pecado de generaciones pasadas para lograr el miedo y la atención de las nuevas generaciones, intentando así, que los descendientes no sigan el ejemplo de maldad, sino que sean fieles a Dios y en esa fidelidad, logren ser fieles al resto de la Creación. Ahora, los cristianos actuamos no por lo que nos pueda pasar si no lo hacemos, sino más bien, porque queremos actuar como Dios manda, y queremos trabajar para que todos logremos una vida y familia feliz en la compañía y confianza de nuestro Dios.
Notas al pie
* Para Lutero, existía un orden jerárquico en todo ámbito de la sociedad. Así como el príncipe era el gobernador y responsable del bienestar del pueblo, el padre de familia era el jefe de su hogar y responsable de éste. Esto implicaba tanto cuestión de autoridad como una enorme responsabilidad en la enseñanza cristiana de todos los súbditos o hijos. De aquí la necesidad del Catecismo, concepto forjado por Lutero para estos fines de enseñanza cristiana en el hogar e instituciones.
*2 El “temer y amar a Dios” corresponde a la visión espiritual de Lutero con respecto a Dios. El “temor a Dios” es el reconocimiento humano como ser finito de la majestad infinita, omnipotencia y eternidad. El ser humano sólo puede sentir temor al intentar comprender la grandeza absoluta y realidad infinita de Dios. Por otro lado, ese temor no nos paraliza, ya que se logra conocer gracias al amor que recibimos de Dios a través de su Palabra y de la vida, muerte y resurrección de Cristo, e inspiración del Espíritu Santo. Es por esto que el “temor y amor a Dios” es parte de nuestra experiencia de fe en cuanto humanos y creyentes en Dios. A esto hay que agregar que para el pensamiento medieval de Lutero, Dios “castiga” a quienes no actúan como cristianos y endurecen su corazón, pero como todos somos pecadores y al mismo tiempo justificados por Dios en la fe, todos debemos sentir temor y amor a Dios, sentirnos lejos y al mismo tiempo cerca de Dios.
[1] Éxodo 20:4.