Pastor Esteban Alfaro. Comunidad El Redentor, Santiago
1)Himno de entrada:
399, (Libro de Liturgia y Cántico).
(Lector)
2)Invocación: Estamos reunidos en el nombre del Padre; del Hijo; y del Espíritu Santo. Amén.
3)Introito: Salmo 36: 5-10)
5(6) Pero tu amor, Señor, llega hasta el cielo;
tu fidelidad alcanza al cielo azul.
6 (7) Tu justicia es como las grandes montañas;
tus decretos son como el mar grande y profundo.
Tú, Señor, cuidas de hombres y animales.
7 (8) ¡Qué maravilloso es tu amor, oh Dios!
¡Bajo tus alas, los hombres buscan protección!
8 (9) Quedan completamente satisfechos
con la abundante comida de tu casa;
tú les das a beber de un río delicioso,
9 (10) porque en ti está la fuente de la vida
y en tu luz podemos ver la luz.10 (11) Brinda siempre tu amor y tu justicia
a los que te conocen,
a los hombres honrados.
4)Confesión:
(Lector) Hermanos y hermanas en la fe, ya que estamos claramente en presencia de Dios abramos nuestros corazones y mentes a nuestro Señor. En el Salmo 32 está escrito:
“Feliz el hombre a quien sus culpas y pecados le han sido perdonados por completo. Feliz el hombre que no es mal intencionado y a quien el Señor no acusa de falta alguna. Mientras no confesé mi pecado mi cuerpo iba decayendo con mi gemir de todo el día, pues de día y de noche tu mano pesaba sobre mí. Como flor marchita por el calor del verano, así me sentía decaer. Pero te confesé sin reservas mi pecado y mi maldad, decidí confesarte mis pecados y tú, Señor los perdonaste”.
(Lector) Siendo así nos invito a confesar ante Dios nuestra condición humana y nos invito a presentarle a Dios nuestros actos y nuestras conciencias; sabiendo que de Él brota constante el perdón y la redención que traen salud a nuestro cuerpo y espíritu.
(Lector) Nos confesamos ante Dios en silencio.
5(Kyrie:
Señor ten piedad de nosotros
Cristo ten piedad de nosotros
Señor ten piedad de nosotros
6)Oración:
(Lector) Te damos gracias, Señor, por tu perdón. Por el
amor que nos entregas; porque renuevas nuestro espíritu con el don de tu misericordia. Amén.
7)Gloria:
(Lector) Gloria a Dios en las alturas!!
(Comunidad)En la tierra paz….
A Dios dad gracias…
(Lector) El Señor sea con vosotros.
(Comunidad) Y con tu espíritu!!
8)Lectura:Stgo. 2:1-7
2 Ustedes, hermanos míos, que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer discriminaciones entre una persona y otra. 2-3 Supongamos que ustedes están reunidos, y llega un rico con anillos de oro y ropa lujosa, y lo atienden bien y le dicen: «Siéntate aquí, en un buen lugar», y al mismo tiempo llega un pobre vestido con ropa vieja, y a éste le dicen: «Tú quédate allá de pie, o siéntate en el suelo»; 4 entonces están haciendo discriminaciones y juzgando con mala intención.
5 Queridos hermanos míos, oigan esto: Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres, para que sean ricos en fe y para que reciban como herencia el reino que él ha prometido a los que lo aman; 6 ustedes, en cambio, los humillan. ¿Acaso no son los ricos quienes los explotan a ustedes, y quienes a rastras los llevan ante las autoridades?7 ¿No son ellos quienes hablan mal del precioso nombre que fue invocado sobre ustedes?
9)Himno:437. (Libro de Liturgia y Cántico)
10)Prédica: San Mateo 5:1-12
5 Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron, 2 y tomando él la palabra, comenzó a enseñarles diciendo:
3 «Dichosos los pobres en espíritu,
porque el reino de los cielos les pertenece.
4 Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
5 Dichosos los humildes,
porque recibirán la tierra como herencia.
6 Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
7 Dichosos los compasivos,
porque serán tratados con compasión.
8 Dichosos los de corazón limpio,
porque ellos verán a Dios.
9 Dichosos los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios.
10 Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque el reino de los cielos les pertenece.11 »Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. 12 Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes.
Desde que leí este pasaje por primera vez en mi vida, me ha parecido uno de los más hermosos de la Biblia. No solamente por su forma literaria, si no que, sobre todo por su contenido. Está ubicado en una de las secciones más nobles que podemos encontrar en el Nuevo Testamento, es decir: en el contexto del conocido Sermón del Monte. Que se entiende como uno los capítulos que registran las ideas fundamentales de la ética del Reino de Los Cielos.
El texto exalta a quienes son capaces de practicar ideales profundamente nobles, desde la perspectiva de Jesús. Perspectiva que, a decir verdad, no es parte de la practica ética habitual de los seres humanos. En donde prima, generalmente, la ética de la ley de la selva.
El Señor afirma que será dichoso quien consiga vivir poniendo su confianza en los bienes espirituales, más que en los materiales. Cosa que resulta sumamente difícil en un mundo que se doblega, particularmente, ante quienes consiguen riqueza material, y cosechan los frutos del poder que esta trae consigo.
El Señor afirma que serán dichosos aquellos que hoy lloran, los que hoy están sufriendo y que por lo general viven su tristeza absolutamente solos. Tremenda paradoja, difícil de entender. Pensamos habitualmente que seguramente Dios entregará consuelo en algún momento en esta vida, o cuando esas personas lleguen al cielo. Pocas veces nos preguntamos si ese consuelo podría realizarse hoy, a través de mi compromiso con el prójimo y con el Evangelio. Tal vez pensemos: “Dios lo solucionará en su momento. No tiene que ver conmigo”. Si algo he aprendido con esa pandemia que estamos viviendo, es justamente lo contrario. Jesús nos llama a transformarnos en consuelo real de muchos que hoy lloran. Sin compromiso con el dolor del prójimo, no hay compromiso con el Evangelio.
El Señor nos enseña que serán felices los que pueden ser mansos. Quienes mantienen una actitud calma y constructiva en toda situación. El mismo nos muestra su paradigma cuando nos dice: “Lleven mi yugo sobre ustedes y aprendan de mi, que soy manso y humilde de corazón”. El resentimiento y la agresividad como solución a los problemas que nos aquejan, están descartados en la ética evangélica. Pero no así el luchar respetuosamente y en derecho, por establecer la justicia que toda persona merece. Teniendo como base de ella, la que emana de la voluntad de nuestro Creador. Ser manso no significa mantenerse ausente en conflictos y tensiones. Significa abordarlos desde una perspectiva empática, buscando el bien común.
Jesús nos enseña: “Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia”. La misericordia es uno de los grandes valores del Reino. Por ella nos es posible levantar el rostro ante Dios y ante el prójimo. Pues por la misericordia de Dios hemos alcanzado la redención y la trascendencia. Ella es el fertilizante de nuestro crecimiento espiritual. Ponerla en práctica con nuestros semejantes es un imperativo del evangelio. Si conseguimos hacerlo, seguramente podrán llamarnos bienaventurados.
Cada una de las bienaventuranzas resulta ser un llamado al compromiso con la política de Jesús. Que nada tiene que ver con la política tal y como la conocemos en nuestro país y en el mundo. Si realmente creemos en Cristo, siempre buscaremos la manera de traer la ética evangélica a nuestro contexto. Para ello se nos hace necesario trabajar por la paz, trabajar por la verdadera justicia y estar dispuestos a enfrentar el rechazo y la discriminación por ello.
Las bienaventuranzas no fueron proclamadas para adormecernos en un falso consuelo; si no para despertar nuestra conciencia a las necesidades de todos quienes habitan nuestro país y el mundo. Las bienaventuranzas son también una denuncia de Jesús. Pues en el mundo las cosas que determinan el destino de millones no obedecen al profundo deseo de Dios.
Buscar la voluntad de Dios tiene un costo, siempre. Si decimos que creemos en Jesús, pero vivimos ausentes a la realidad humana, ¿de qué sirve esa declaración?
Bien aventurado tú, si eres hacedor de la palabra de Dios. Amén.
11)Himno: 537(Libro de Liturgia y Cántico)
12)Oración de la Comunidad:
Oración:
Señor, te alabamos por tu valentía cuando proclamas y realizas tu evangelio, por que estuviste dispuesto a asumir las consecuencias de ello. Te damos gracias por el ejemplo que nos heredas. Te damos gracias porque con tu coherencia vivificas tu enseñanza. Te pedimos hoy por quienes sufren en el Líbano, en nuestro país y en tantos lugares del mundo. Te pedimos por quienes están enfermos, por quienes están sin trabajo, por quienes están solos. Danos la valentía de trabajar por tu Reino como señal de tu voluntad en este, nuestro mundo. Pedimos tu inspiración Señor. Amén.
13)Padre Nuestro:
Padre nuestro…
14)Bendición Aarónica:
(Lector) Que el Señor nos bendiga y nos guarde; que haga el Señor resplandecer su rostro sobre nosotros; y tenga de nosotros misericordia. Que vuelva el Señor su rostro a nosotros y nos conceda su paz.
Podemos ir en paz, en el nombre del Padre; del Hijo; y del Espíritu Santo. Amén.
15)Himno de salida: 471(Libro de Liturgia y Cánticos).