Teólogo Pablo Catrileo – Iglesia Luterana en Santiago.
Invocación y Saludo: Estamos reunidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y confesamos que nuestra ayuda esta en el nombre del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. Amen.
Estimados hermanos y hermanas. A pesar de que ya llego el periodo de vacaciones, la Pandemia sigue vigente más fuerte de los que nos gustaría, por lo que muchos se ven obligados a mantenerse en casa. A esta altura, esperábamos que las Iglesias pudieran funcionar y que algunos estaríamos en Puerto Fonck en nuestros tradicionales campamentos. Pero la emergencia sigue. Y nosotros seguimos necesitando de la palabra de Dios, en la cual podemos encontrar consuelo y fortaleza. Por eso este culto escrito, pensado como apoyo para las familias que deben permanecer en casa, tiene como tema la fortaleza que encontramos en nuestra fe en Jesús. En todo tiempo, pero en especial en medio de los tiempos difíciles, confiar en Dios puede ser un problema, pero el texto bíblico nos invita a seguir creyendo y a seguir confiando.
Salmo: Leamos las palabras del Salmo 31, versículos 1-5, 9-10, 14-16.
En ti, Oh Señor, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia.
Inclina a mi tu oído, líbrame pronto; Se tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.
Porque tu eres mi Roca y mi castillo; Por tu nombre me guiaras y me encaminarás.
Sácame de la red que han escondido para mí, pues tu eres mi refugio.
En tu mano encomiendo mi Espíritu; Tú me has redimido, Oh Señor, Dios de verdad.
Ten misericordia de mí, Oh Señor, porque estoy en angustia. Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma y mi cuerpo.
Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
Mas yo en ti confío, Oh Señor; Digo: Tu eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y perseguidores.
Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia.
Glorifiquemos al Señor: Gloria sea al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era el principio, es ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amen.
Oremos: Amado Dios. Nos presentamos humildemente ante ti buscando tu paz y tu fortaleza. Reconocemos nuestra debilidad, nuestro cansancio y también que a veces hemos perdido la fe y la confianza debido a la crisis que vivimos. Pero también reconocemos y nos alegramos en que eres un Dios de bondad y misericordia, que no se olvida de su creación y que nos regala continuamente su amor y fuerza por medio de Jesús. Te damos gracias por ello, bondadoso Dios, y te pedimos que nos sigas ayudando, amando y salvando. Amen.
Cantemos el himno: Castillo fuerte es nuestro Dios
Lectura: Romanos 8, 28-39
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros ¿Cómo no nos dará también él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, más aún, el que también resucito, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación o angustia? ¿O persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas al matadero. Antes, e todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Queridos hermanos y Queridas hermanas: la búsqueda de fortaleza es probablemente uno de los temas más importantes de nuestra vida. Diversos estudios muestran que los seres humanos, independiente si son creyentes religiosos o no, buscan algo en que creer, y ese algo se va transformando en su fortaleza, en su sustento, en su roca sobre la cual afirmarse en medio de la tempestad. En el texto de hoy leemos un hermoso himno escrito por el Apóstol Pablo, como conclusión a la primera parte de su epístola a los Romanos, que en cierta parte resume lo expuesto por el Apóstol y también es un texto de alabanza al amor de Dios.
En los primeros capítulos de Romanos, Pablo argumenta sobre la importancia de la fe y de la justificación, una de las obras clásicas de su pensamiento, y que es fundamental para nuestra comprensión cristiana-luterana del evangelio. En la carta, el apóstol escribe con elocuencia como nuestra fe es la que nos justifica, y que la salvación es solo por gracia, no por nuestro mérito sino por el mérito de Cristo. Es Dios quien nos crea, y es el mismo quien nos justifica y nos salva, por medio de la fe en Jesucristo. Esta idea, conocida para nosotros, fue verdaderamente revolucionaria para la época. Para los judíos era un escándalo, ya que dejaba sin valor a la ley; para los gentiles este mensaje era una locura, pues no era posible que Dios mismo se hubiera hecho hombre en Jesús, y que este muriera por la humanidad, y además resucitara. Pero lo que es escandalo y locura, dice Pablo, es buena noticia para nosotros. Y no solo eso, además es salvación.
Sin embargo, vivir esta salvación no era fácil. No fue fácil en el pasado y tampoco lo es en el presente. La vida cristiana esta llena de pruebas que pueden hacernos dudar de nuestra fe. En el principio, los cristianos y cristianas fueron perseguidos (el mismo apóstol Pablo en sus inicios persiguió a la Iglesia), obligados a huir y esconderse. Y en ese contexto era lógico preguntarse ¿Dónde esta Dios y su salvación? ¿Cómo es posible creer en Jesucristo, si la fe en el me trae consigo estas consecuencias? Es a esas preguntas a la que Pablo se dirige y busca contestar con una fe firme en Cristo, llegando a afirmar: Si Dios es con nosotros ¿Quién contra nosotros?
Es muy importante saber leer y comprender este texto, ya que una interpretación errada podría dar a entender que los cristianos no sufrimos ni tendremos problemas, ya que una lectura literal llevaría a conclusiones como: “A los que aman a Dios, todo le ayuda a bien, por lo tanto no le pueden pasar cosas malas”; o “Como Dios es con nosotros, nadie puede enfrentarse a nosotros y vencernos, ya que somos más que vencedores”. Y frente a eso, nuestros problemas, sufrimientos y tribulaciones (pensemos en la Pandemia que estamos viviendo) nos llevarían a dudar y perder nuestra fe. Pero el foco de Pablo es otro.
Los cristianos y cristianas no somos SUPER-HUMANOS. Tenemos problemas, sufrimos, nos enfermamos, lloramos y finalmente vamos a morir como todo el mundo. Somos tan comunes y corrientes que incluso creemos que el mismo Dios, creador de todo, se hizo como nosotros y asumió nuestra realidad, a tal punto que el mismo Jesús tuvo problemas, sufrió, probablemente se enfermó, lloró, fue perseguido, castigado y torturado hasta la muerte. Nada extraordinario hasta ese momento. Pero ese no fue el fin. Pablo lo recalca mucho en sus cartas. La muerte no fue el fin de la historia: Jesús resucito, venció la muerte, venció la injusticia de este mundo. Y por su resurrección es que tenemos esperanza.
Por eso, el foco del texto está puesto en nosotros por medio de Jesús. La confianza en nuestra victoria, en que Dios es con nosotros, esta sostenida en Jesús, en Cristo que vivió, murió y sufrió como uno de nosotros, pero que venció la muerte y fue resucitado por Dios. A tal punto es esta afirmación, que el texto nos dice: por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas al matadero. Esto nos dice todo lo contrario, a lo que en una primera lectura podríamos pensar: por nuestra fe en Cristo es probable que suframos, que tengamos problemas, que seamos contados como ovejas al matadero. Pero una fe firme en Cristo se sustenta en que hay algo más, que el sufrimiento y el dolor temporal no es el fin de la historia. Por eso que somos más que vencedores. Por eso es por lo que nada, incluso la muerte, nos puede separar del amor de Dios, porque en Jesucristo, el nos ha justificado y salvado.
En medio de días que no parecen cambiar, donde el sufrimiento y la muerte se han instalado como la “normalidad”, el día de hoy somos invitados a volver a mirar a Jesucristo. Jesús, nuestro Señor pero también nuestro hermano mayor, nos invita a seguir depositando nuestra fe en él, a que lo que vivimos no es el fin, que hay algo más aún. Que por él nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios. Y que también por el somos más que vencedores. Amen.
Sigamos meditando en la palabra de Dios por medio del himno: Del amor divino ¿Quién me apartará? https://www.youtube.com/watch?v=uyI2TFPyORg
Oración de la Iglesia: Nos unimos a toda la Iglesia y los cristianos y cristianas del mundo por medio de nuestras peticiones y luego el Padre Nuestro.
Dios de bondad, día a día vemos como esta Pandemia sigue haciendo estragos en nuestro país y en el mundo entero. Es verdad, muchos pensamos que a esta altura la enfermedad ya se habría vencido y estaríamos disfrutando. Pero la prueba que nos toca vivir sigue presente, incluso parece empeorar. Por eso Señor te pedimos que nos des fortaleza para estos días difíciles, a que sostengamos nuestra fe y confianza en ti y no en nuestra fuerza, seguros de que tu estas actuando y seguirás haciéndolo para que más temprano que tarde salgamos victoriosos como humanidad. Te pedimos especialmente por el personal de salud, en momentos que sus energías parecen agotarse, para que seamos comprensivos con ellos, y que puedan encontrar el impulso diario para su trabajo, que ha sido fundamental para que sigamos adelante. Te pedimos por todos los científicos y científicas que trabajan arduamente por encontrar curas para esta enfermedad y/o que trabajan en la producción de vacunas. Gracias por su labor, por la inteligencia y sabiduría que tu les has dado, y que tanto bien han hecho para nuestra sociedad. Y también amado Dios, te pedimos por todas las personas de nuestra tierra, tus hijos e hijas, creaturas tuyas, nuestros hermanos, para que, independiente de nuestras creencias, seamos colaborativos y solidarios en esta lucha que involucra a todo el mundo; y que impulsados por tu amor, creador de todo lo que existe, podamos salir adelante.
(momento de silencio para presentar nuestras peticiones personales y/o familiares)
Querido Dios: Sabemos que hay mucho más en nuestros corazones, y que tu todo lo conoces. Todo esto lo ponemos en tus manos con la oración que tu Hijo Jesucristo nos enseñó: Padre Nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino…Amen.
Bendición: Pedimos la bendición de Dios para este día y la nueva semana que comienza
Que el Señor nos bendiga y nos guarde. Que haga el Señor resplandecer su rostro sobre nosotros y tenga de nosotros misericordia. Que vuelva el Señor su rostro hacia nosotros y nos conceda su paz. Amen.
Finalizamos nuestra devoción familiar cantando el himno: El Señor es mi luz