Introducción: El culto en casa es un real espacio de comunión cristiana ya que podemos celebrar en familia en estos tiempos de pandemia y encierro. Se recomienda confeccionar un altar sencillo con una Biblia, una vela encendida que representa la presencia del Espíritu Santo, y si es posible, una cruz y flores. Además por una cuestión de orden proponemos que una persona (hombre o mujer, en Cristo ¡somos todos iguales!) guíe la celebración.
Inicio: Estamos reunidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y confesamos que nuestro auxilio esta en el nombre del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. Amén.
Queridos hermanos y hermanas: cada día estamos más cerca del fin del año. Este 2020 ha sido sin lugar a duda un año extraño y que nos ha sorprendido a todos. La Pandemia del COVID-19 sigue presente, en Chile ha comenzado lentamente a mejorar la situación, mientras en Europa y el Norte del mundo pareciera ser que el virus vuelve a tomar fuerza. Probablemente muchos estamos cansados, de lo que pensamos sería una enfermedad más. Pero a pesar del agotamiento, damos gracias a Dios que seguimos en pie y en este domingo queremos centrarnos en la fe y pedirle a Dios que fortalezca nuestra fe. Una fe que nace de la confianza en que Dios nos ve y escucha nuestras súplicas. Por eso para prepararnos, escuchemos y oremos las palabras del salmo 35 versículos 17 al 23.
¿Hasta cuando Señor vas a tolerar esto? Libra mi vida, mi única vida, de los ataques de esos leones. Y yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud de alabaré.
No dejes que de mí se burlen mis enemigos, no dejes que se guiñen el ojo lo que me odian sin motivo. Porque no vienen en son de paz, sino que urden mentiras contra la gente apacible del país. De mí se ríen a carcajadas y exclaman: ¡Miren en lo que vino a parar!
Señor, tú has visto todo esto; no te quedes callado. ¡Señor, no te alejes de mí! ¡Despierta, Dios Mío, Levántate! ¡Hazme justicia Señor, defiéndeme!
Glorifiquemos al Señor: Gloria sea al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era al principio, es ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
Oremos:
Buen Dios, te damos gracias por que tu has estado al lado nuestro. En los momentos tristes y alegres, en el día y en la noche, en los momentos de paz y en los momentos de angustia. Gracias por que no nos has dejado caer. Y gracias porque escuchas nuestra oración, y porque nos das la confianza, por medio de tu hijo Jesús, de dirigirnos a ti como a un Padre, con nuestras preguntas, nuestras dudas y nuestros problemas. Te pedimos que sigas al lado nuestro y que en ti busquemos refugio y fortaleza. Lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro hermano y Señor. Amén.
Himno: Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza.
Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza
nuestro pronto auxilio en la tribulación;
Aunque se traspasen los montes a la mar
//Aunque la tierra tiemble tenemos que confiar//
//Cielo y tierra pasara más su palabra no pasara//
//No, no, no pasará.//
Escuchemos la lectura para el día de hoy que se encuentra en el libro del profeta Habacuc capítulo 2, versículos 1 al 4.
“Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga de su respuesta a mi reclamo. Y el Señor me respondió: Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido. Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá. El insolente no tiene alma recta, pero el justo vivirá por su fe”
Meditación
“El justo vivirá por su fe” Este texto es uno de los más conocidos en el mundo cristiano, en especial para nosotros como luteranos. Se usa mucho para dedicatorias y momentos especiales, a pesar de que es un texto muy discutido por teólogos/as de distintas tradiciones cristianas. ¿Cuál es su real significado? O ¿Cómo traducirlo e interpretarlo? Son algunas de las preguntas teológicas que a veces parecen no tener fin. Sin embargo, hoy no vamos a entrar en esas larguísimas discusiones, sino que vamos a hablar un poco del profeta Habacuc y la experiencia que vivió en su dialogo con Dios, al punto que llego a recibir ese potente mensaje “El justo, por su fe vivirá”
En primer lugar es muy interesante lo conocido que es este texto “el justo por su fe vivirá” pero no el libro donde el versículo aparece. El libro del profeta Habacuc es uno de los más breves y poco conocidos del Antiguo Testamento, a pesar de los temas profundos que trata. Los temas y las preguntas del libro se deben a que el profeta Habacuc vivió en un momento donde la Guerra y la Injusticia estaban muy presentes en la realidad de la sociedad israelita. En el extranjero, el poder del imperio de los caldeos crecía día a día, mientras se transformaban en una potencia colonial que conquistaba todo a su paso por medio de la violencia y el terror. Y dentro de Israel la situación no era mejor: corrupción, injusticias y abusos de los ricos a los pobres eran lo cotidiano. Es en medio de ese panorama que el profeta le grita a Dios: ¿Por qué? ¿Hasta cuando te voy a clamar y tu no me vas a oír? Señor, tú puedes ver las violencias y las injusticias que vivimos, pero no haces nada ¿Acaso no quieres ayudarnos? Las palabras del profeta son fuertes, pero nacen de una realidad diaria que lo tiene abrumado. Habacuc ve lo que pasa, clama a Dios y no recibe ninguna respuesta. No se ve una solución cercana, el miedo, la violencia, la inseguridad y la injusticia son sentimientos que invaden su corazón.
¿Por qué y hasta cuándo? le pregunta el profeta a Dios.
Estas palabras son muy interesantes de ver desde una perspectiva de fe. ¿Puede una persona de fe reclamarle a Dios? ¿Incluso gritarle? Las palabras de Habacuc pueden hacer surgir la pregunta ¿Tenía fe y confiaba realmente el profeta en Dios? ¿Puede ser que estas palabras nos interpelen? Podemos hacernos la siguiente pregunta hacia nuestro interior ¿Hemos a veces cuestionado o desconfiado de los planes de Dios? ¿Le hemos preguntado porque y hasta cuándo? En especial estos tiempos donde la situación sanitaria, política y social parece solo complicarse, estas interrogantes pueden ser parte de nuestros pensamientos.
Una respuesta rápida y con cierto sentido podría decir que la protesta y el reclamo hacia Dios no es señal de una persona con fe. Fe es confianza, por lo tanto no podemos reclamarle a Dios. Pero cuando leemos el Antiguo Testamento, vemos que el reclamo y la queja hacia Dios son actitudes de muchos personajes de fe, en especial los profetas como Jeremías o Habacuc, quienes no solo recibían lo que Dios les transmitía, sino que igualmente expresaban sus dudas y sentimientos hacia Dios. Y en la historia del pueblo de Israel la queja, la súplica y la lamentación, juegan un rol importante, incluso central. ¿Por qué? Porque la fe de Israel se sustentaba en un Dios activo, con fuerza, y que escucha las súplicas de su pueblo y actúa frente a la injusticia. La fe de Israel es en un Dios que se interesa por el sufrimiento de su creación, que no hace oídos sordos y tampoco es ciego frente a lo que sucede. Por eso uno de los textos fundamentales del Antiguo Testamento dice lo siguiente: “Los israelitas seguían lamentado su condición de esclavos y clamaban pidiendo ayuda. Sus gritos desesperados llegaron a los oídos de Dios, quien al oír sus quejas se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Fue así como Dios se fijó en los israelitas y los tomó en cuenta” (Ex. 2:23-25) Probablemente todos podamos reconocer a que historia se refieren estos versículos: la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto. Este relato, central en la historia de Israel, nos muestra como Dios escucha y ve; pero lo más importante, actúa para salvación y liberación.
Por eso cuando escuchamos las palabras de Habacuc ¿Por qué y hasta cuándo? podemos decir que no expresan falta de fe o incredulidad, sino todo lo contrario, nos muestran a una persona que cree en el Dios de la historia, que en el pasado actúo frente a la injusticia, y por eso su fe se fundamenta en el poder que Dios tiene para salvar y actuar. El profeta no solo espera pasivamente, sino que también interpela a Dios, discute con él, a tal punto que le dice “Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes, estaré pendiente de lo que me diga de su respuesta a mi reclamo”. Y es en ese contexto que Dios le responde, ya que escuchó sus preguntas, sus quejas e incluso sus interpelaciones, y le dice “El justo por su fe vivirá”.
Pidamos este domingo que nuestra fe sea fortalecida.
Una fe sin miedo hacia Dios, porque el escucha nuestras quejas y preguntas.
Una fe con confianza de que Dios actúa y que no es indiferente al dolor y sufrimiento humano.
Y una fe de que Dios nos ayuda nos salva y nos libera.
Que esa fe sea nuestra ayuda en este día. Amén.
Himno: Castillo fuerte es nuestro Dios.
Oraciones de Intercesión: Confiados en la palabra que hemos escuchado, pero sobre todo confiados en la promesa de Jesús quien nos dice “pidan y se os dará”, nos dirigimos a Dios con nuestras peticiones
Señor te pedimos por el mundo entero, en especial por aquellos que más sufren. Las mujeres, los pobres, los niños y niñas, y todos quienes deben luchar a diario por sobrevivir. Ponemos en tus manos el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanos, con la confianza de que no eres indiferente a nuestra realidad. Por eso te pedimos ¡Escúchanos Señor!
Amado Dios, te damos gracias porque la situación de la Pandemia mejora poco a poco en nuestro país. Pero también te pedimos que inspires en nosotros Responsabilidad y Autocuidado, conscientes que seguimos siendo frágiles. Ayúdanos a pensar no solo en nuestro bienestar sino también en el de nuestro prójimo. Por eso te pedimos ¡Escúchanos Señor!
Bondadoso Dios, te pedimos que nos sigas dando fuerza al final de este año, que nuestra fe no decaiga. Danos un corazón que desee empaparse de tu amor, que nos permita ver tu bondad y que también este atento a percibir donde hay necesidad, para que impulsados por el amor que nos das, sirvamos a los demás. Por eso te pedimos ¡Escúchanos Señor!
(En el silencio nos dirigimos a Dios con nuestras peticiones personales y luego nos unimos en la oración que Jesús nos enseñó)
Padre Nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu Nombre…
Bendición: pidamos la bendición de Dios
Que el Señor permita que toda buena gracia abunde para nosotros, de manera que siempre y en toda circunstancia, tengamos todo lo necesario. Y que toda buena obra abunde en nosotros, que en toda ocasión podamos ser generosos, y que por medio de la generosidad alabemos a Dios. Amén (en base a 2. Corintios 9:8-9)