ORDEN DEL CULTO
13º Domingo después de Trinidad
Escrito por el pastor Miguel Ángel Núñez de la comunidad luterana en Osorno y Los Ángeles.
Domingo 6 de septiembre de 2020
Este orden busca facilitar la celebración del culto familiar. Utilizamos en forma totalmente inclusiva términos como “hermanos”, “nosotros”, y otros, que refieren a hombres y a mujeres. Tal como en nuestros cultos presenciales, queremos que todos los asistentes participen activamente. En los distintos momentos, una o varias personas pueden oficiar como “guía” (G) o “lector” (L) y las demás responder (T, en color rojo), según corresponda. Las corcheas (♫) indican una sección cantada, no obstante, si la dificultad es muy alta para usted y su grupo, puede reemplazar el canto por la lectura. Brindamos explicaciones escritas en cursiva, como este párrafo, para facilitar la comprensión; algunas pueden decirse en voz alta, otras simplemente ser ejecutadas por quien guía.
Les invitamos a preparar un ambiente adecuado para la celebración del Señor. Sugerimos habilitar un pequeño altar (por ejemplo, en una mesa u otra superficie estable), cubrirlo con un mantel blanco, que es el color del tiempo de Pascua, y sobre él colocar una cruz, una biblia abierta (en un texto que sea significativo para ustedes como familia, un salmo, o en el del evangelio de hoy, etc.) y dos velas (una a cada lado de la biblia). Si no es posible contar con lo anterior, procuremos que nuestro espacio esté lo más libre posible de ruidos o elementos distractores (silenciar dispositivos móviles, alarmas, etc.).
Antes de comenzar, dispongámonos a participar activamente, revisemos este orden en su totalidad, asignemos las distintas secciones entre los presentes que guiarán, y, con actitud de recogimiento, comencemos.
Guía (G): En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos (T): Amén.
Guía (G): Leemos el voto bíblico de hoy: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” Mateo 25:40
Himno: Con Gran Gozo y Placer (Nº406 Libro de Liturgia y Cántico)
Lectura del Salmo 112
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
“Dichoso el que teme al Señor, el que halla gran deleite en sus mandamientos. Sus hijos dominarán el país; la descendencia de los justos será bendecida. En su casa habrá abundantes riquezas, y para siempre permanecerá su justicia. Para los justos la luz brilla en las tinieblas. ¡Dios es clemente, compasivo y justo! Bien le va al que presta con generosidad, y maneja sus negocios con justicia.
El justo será siempre recordado; ciertamente nunca fracasará. No temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme, confiado en el Señor. Su corazón estará seguro, no tendrá temor, y al final verá derrotados a sus adversarios. Reparte sus bienes entre los pobres; su justicia permanece para siempre; su poder será gloriosamente exaltado. El malvado verá esto, y se irritará; rechinando los dientes se irá desvaneciendo. ¡La ambición de los impíos será destruida!”
G: Palabra de Dios
T: Amén
CONFESIÓN DE PECADOS
G: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y somos falsos. Pero, si confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.
T: Amén.
G: En silencio, confesemos nuestros pecados.
Sigue un momento de silencio, para examen de conciencia y confesión de pecados. Después:
G: Dios misericordioso:
T: confesamos que estamos esclavizados por el pecado, y no podemos liberarnos por nuestra cuenta. Hemos pecado contra ti en pensamiento, palabra y obra; en lo que hemos hecho y en lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado de todo corazón, ni a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por tu Hijo Jesucristo, perdónanos, renuévanos y dirígenos, pues queremos hacer tu voluntad y caminar en tus caminos, para la gloria de tu santo nombre. Amén.
G: Por el amor y por la misericordia de Dios, de la cual nada ni nadie nos puede apartar, Jesucristo fue dado para morir por nosotros; y, por sus méritos, Dios nos perdona todos nuestros pecados. A los que creen en Jesucristo les concede el poder de ser hijos de Dios, y les confiere su Espíritu Santo. En el nombre del Padre, y del Hijo+, y del Espíritu Santo.
T: Amén.
LECTURA BÍBLICA REFLEXIÓN
G: Leemos Isaías 40:25-31
REFLEXIÓN BÍBLICA
En estos días de confinamiento, algunos lo viven de manera obligatoria y otros de manera voluntaria con autodisciplina, una de aquellas noches en Osorno, un poco cabizbajo, pensando en algunos hermanos ancianos los cuales pasan solitos este período, un hermano de mi comunidad me escribe al celular y me dice “Pastor mire la hermosa luna que está afuera!, es un recuerdo de que el Señor está con nosotros, Gracias Señor!.
Eso fue hace varios meses atrás, en Semana Santa, específicamente Sábado Santo , donde se pasaba Muerte (oscuridad), sepulcro (oscuridad), Resurrección (luz) …. Es como esa luna (luz) que en medio de la oscuridad de repente aparece intempestivamente frente a nuestros ojos y nos recuerda de que Dios no abandona, sino que nos cuida como a cada uno de sus astros.
Oración pidiendo la presencia del Espíritu Santo y su obra.
En el texto del día de hoy, Dios, el Santo, que está en lo alto y separado, ha querido siempre que sus criaturas conozcan quién es él y qué ha hecho, y ahora específicamente en este texto Dios quiere educar a hombres y mujeres en los misterios de su amor para con el mundo y sus habitantes. Incluso a los mensajeros les alentó a decir: “¡Aquí está su Dios!” (Versículo 9).
A continuación sigue una maravillosa revelación del Señor del cielo.
Primero se nos pide que miremos a los cielos y a las estrellas. Sabemos cuál es la repuesta a la pregunta: “¿quién las creó?” Por supuesto que fue Dios, pero Él no simplemente creó el mundo y luego lo dejó seguir por sí mismo; no, él sigue cuidando de su creación. Dios regula el movimiento de las estrellas del firmamento y aunque la astronomía estudia sus movimientos en la gran expansión del universo, Dios es quien los determina. Hablamos de galaxias y planetas, Dios las domina todas.
Según el texto es Dios quien dicta el movimiento de los astros; y lo hace porque conoce cada cuerpo celeste por su nombre y no puede ser indiferente con su creación. ¡Qué contraste para aquellos que piensan que las estrellas controlan su destino y que consultan el horóscopo para descubrir lo que la vida les tiene deparado! Dios gobierna tanto a los astros del cielo como a nosotros; las órbitas interplanetarias y los cuerpos celestes no son los que nos rigen a nosotros.
Mire el cielo en una noche clara; la vista del cielo estrellado nos produce humildad. Luego recordemos que las estrellas del firmamento tienen la atención personal de Dios y que Él tiene conocimiento de cada una de ellas. Él las llama a todas por nombre, como un padre llama a sus hijos. Así de poderoso y amoroso es nuestro Dios.
Entonces sigue el texto….
27 ¿Por qué murmuras, Jacob?
¿Por qué refunfuñas, Israel:
«Mi camino está escondido del Señor;
mi Dios ignora mi derecho»?
Con demasiada frecuencia nos olvidamos de depender del poder de Dios y de su compasivo interés en los asuntos del mundo que Él ha creado. Los cristianos no están ajenos de quejarse de que su Dios infinito y todopoderoso los ha olvidado. Jacob e Israel son nombres que se le dan al pueblo de Dios; Dios: cuidó de Jacob, lo bendijo y lo protegió, luchó con él y le cambió el nombre a Israel. Después, Dios le dio la promesa de que el Salvador iba a venir por medio de sus descendientes. Dios hizo todo esto movido por su gracia y su misericordia; Jacob no merecía nada. Cuando los sucesores de Jacob se convirtieron en la nación de Israel y salieron de Egipto, Dios continuó cuidándolos y marcando cada etapa de su historia con su misericordioso cuidado.
En vista de la manera como Dios cuida de las estrellas del cielo, y del amor que él demostró en el pasado por su pueblo, las quejas del pueblo eran infundadas. Si Dios puede llamar a los astros por sus nombres, ciertamente podía cuidar de su pueblo; si había demostrado tan grande amor por los antepasados de su pueblo, podía continuar cuidándolos. Él se había comprometido con su pueblo, estaba unido a ellos por medio de la promesa. Sin importar las dificultades que enfrentaran, él tenía el poder suficiente para cuidarlos, y los amaba demasiado para abandonarlos.
Este mensaje fue importante para los judíos que iban a ser llevados a la cautividad por los babilonios. En medio de las lágrimas y del dolor de sus corazones, Dios quería que no olvidaran que Él estaba al frente y que los seguía amando; prueba de ello eran las estrellas, así como su propia historia como nación.
La lección también es importante para nosotros, por eso no la debemos olvidar; somos su pueblo por la fe en Jesucristo pero igualmente somos dados a quejarnos con Dios cuando las cosas van mal.
Dios nos ama, no sólo cuando todo va bien sino siempre. En nuestra vida los problemas, el dolor y las lágrimas tienen propósitos divinos. Confiamos que él obra para nuestro bien y que nos ama tanto que no puede hacer menos que eso.
28 ¿Acaso no lo sabes?
28 ¿Acaso no te has enterado?
El Señor es el Dios eterno,
creador de los confines de la tierra.
No se cansa ni se fatiga,
y su inteligencia es insondable.
Una vez más aparecen dos preguntas: “¿No has sabido, no has oído que…?” Las preguntas nos vuelven a lo que Dios nos revela de él mismo en la Biblia, que es el lugar donde podemos descubrir quién es Dios. En la Biblia Dios se revela como “el Señor”, Jehová, el Dios de la gracia fiel y gratuita.
El Señor revela cuatro importantes verdades acerca de él mismo: primero, Él es el Creador; Él tiene un poder sin límites y lo usa para el beneficio de sus criaturas a quienes no sólo les dio la vida sino también un hermoso mundo donde vivir. Segundo, él no se cansa ni se fatiga; su poder no se agotó por la creación, ni se cansa por el continuo cuidado del mundo que él llamó a la existencia. Tercero, Él está más allá de la capacidad humana para asimilar y comprender. Él es santo. Los humanos saben que hay un Dios; el salmista dice: “Dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios’” (Salmo 53:1). Pero la verdad plena acerca del Señor yace más allá de nuestra investigación empírica. Dios se revela a Él mismo para que lo podamos conocer más allá del hecho de que existe y de que es un gran Dios. Cuarto, también fortalece al débil y al agobiado; Él se vuelve hacia sus criaturas y las bendice por el amor que les tiene.
Los humanos son muy diferentes. Somos criaturas, no somos el Creador; con el paso de los años nos fatigamos y nos debilitamos fácilmente. Podemos entender algunas cosas, pero a menudo somos ignorantes o nos confundimos. Mientras nosotros tenemos que aprender, Dios lo sabe todo. Sin Él, los mejores de entre los seres humanos errarán. Los jóvenes parecen rebozar energía y ser incansables, y sin embargo, ellos también se agotarán y caerán. A tan limitadas criaturas les promete Dios que les dará fuerzas.
29 Él fortalece al cansado
y acrecienta las fuerzas del débil.
30 Aun los jóvenes se cansan, se fatigan,
y los muchachos tropiezan y caen;
31 pero los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas;
volarán como las águilas:
correrán y no se fatigarán,
caminarán y no se cansarán.
¿Cómo podemos recibir ese don? “Los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas”. La fe en Él concede este poder. Cuando confiamos en la fuerza humana, caemos; cuando confiamos en el Señor para seguir adelante es diferente. No sólo recibirán aliento los creyentes sino que serán renovados. Se levantarán de las cenizas del duelo y del sufrimiento para correr y caminar de nuevo. Pasaremos del viernes Santo al Domingo de Resurrección con Cristo. Pasaremos de la noche oscura a una iluminada.
Los hijos de Dios son descritos como águilas que vuelan en el cielo azul. Las águilas se remontan en las corrientes de aire extendiendo las alas; Dios promete que será el viento bajo las alas de su pueblo. ¡Qué maravilloso consuelo para todos “los que esperan en Jehová”! Toda la vida del pueblo de Dios: su caminar, su correr y su volar está llena de su infinito e inagotable poder. Incluso en la muerte, montan sobre alas de águila y vuelan al cielo a Dios, donde él les da el gozo eterno.
Recuerda, en este momento, Dios te está cuidando con su amor, tu eres la persona más importante para él, el no se cansa ni se fatiga, sino que fluyen fuerzas desde él para mantenernos con esperanza.
Versículo 1
¡Consuelen, consuelen a mi pueblo!
—dice su Dios—.
Amén
Himno: De boca y corazón (Nº583 Libro de Liturgia y Cántico)
CONFESIÓN DE FE
Confesamos nuestra fe con las palabras del Credo Apostólico.
ORACIÓN GENERAL DE LA IGLESIA
En este momento, oramos como iglesia. Lo hacemos en comunión con los hermanos que agradecen y ruegan confiados a Dios a través de todo el mundo, y como comunidad doméstica, tal como los primeros cristianos. Es una oración que refleja nuestra súplica comunitaria.
Quien guía puede dirigir oraciones, o dar la oportunidad para que cada participante también lo haga. Podemos agradecer y pedir por: el día vivido, la iglesia, las familias, nosotros mismos, el país, el mundo, los gobernantes, los enfermos, los motivos personales, etc. La oración por los motivos personales se puede hacer en silencio.
G: Oremos.
Después de cada oración:
G: Dios de amor,
T: escucha nuestra oración.
Al finalizar las oraciones:
G: Confiados en la gracia de Dios, oremos como Jesús nos enseñó.
T: (Padre nuestro).
BENDICIÓN
T: Que el Señor nos bendiga y nos guarde, Que haga el Señor resplandecer su rostro sobre nosotros y tenga de nosotros misericordia. Que vuelva el Señor su rostro a nosotros y nos conceda su paz. Amen.
Himno: Mil voces para celebrar (Nº578 Libro de Liturgia y Cántico)