Décimo Noveno Domingo después de Trinidad
Karl Michael
Saludo e invocación:
Queridas hermanas, querido hermanos, les saludo de manera muy afectuosa en este décimo noveno domingo después de Trinidad.
Espero que puedan tener un bonito momento de espiritualidad leyendo/celebrando este culto, ya sea que se encuentren solos o en compañía. Les invito así a continuar con esta celebración, sabiendo que:
La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios, que nos ama y cuida con cariño como un padre y una madre, y la comunión del Espíritu Santo, que nos consuela, anima y orienta, están con todos nosotros siempre, y especialmente en este momento. Amén.
Salmo del día:
Y es en ese amor de Dios que leemos las palabras del salmista:
(Salmo 32. 1-7)
1Dichoso aquel
a quien se le perdonan sus transgresiones,
a quien se le borran sus pecados.
2 Dichoso aquel
a quien el Señor no toma en cuenta su maldad
y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras guardé silencio,
mis huesos se fueron consumiendo
por mi gemir de todo el día.
4 Mi fuerza se fue debilitando
como al calor del verano,
porque día y noche
tu mano pesaba sobre mí. Selah
5 Pero te confesé mi pecado,
y no te oculté mi maldad.
Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor»,
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah
6 Por eso los fieles te invocan
en momentos de angustia;[a]
caudalosas aguas podrán desbordarse,
pero a ellos no los alcanzarán.
7 Tú eres mi refugio;
tú me protegerás del peligro
y me rodearás con cánticos de liberación. Selah
Amén
Confesión:
Por estar reunidos en la presencia del Señor, reconocemos y confesamos humildemente nuestras debilidades, limitaciones, imperfecciones – nuestros pecados. Inicialmente podemos quedarnos en silencio para que cada uno realice su confesión personal.
(Momento de silencio)
Señor, tú nos aceptas porque nos amas. Nosotros, sin embargo, fallamos en nuestra convivencia. Nos cuesta mantener los vínculos que unen y favorecen la comunión y la paz. Reconocemos y confesamos que dejamos de practicar el amor, el acogimiento, el perdón. Por esto, con humildad, decimos:
♪ Kyrie Eleison – Señor ten piedad de nosotros
♪ Criste Eleison – Cristo ten piedad de nosotros
♪ Kyrie Eleison – Señor ten piedad de nosotros
Gloria:
♪ Gloria a Dios en las alturas:
Y en la tierra paz y para los hombres buena voluntad.
A Dios dad gracias, dad honor y gloria en las alturas; pues, sabio y grande
Protector, bendice a sus criaturas; con fuerzas y buena voluntad, remedia la
necesidad y alivia las tristuras.
Amén
Oración del día:
Dios de amor y perdón que siempre estás junto a nosotros, ayúdanos a acoger tu Palabra con corazones abiertos, para que así ella nos fortalezca en tu amor y nos oriente en caminos de reconciliación. Esto te lo pedimos en nombre de Jesucristo, que contigo y con el Espíritu Santo viven en nuestros corazones. Amén.
Lectura:
El texto de la prédica para el día de hoy se encuentra en el libro de Efesios 4.22-30:
22 Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; 23 ser renovados en la actitud de su mente; 24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.
25 Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. 26 «Si se enojan, no pequen».[a] No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, 27 ni den cabida al diablo. 28 El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados.
29 Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. 30 No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. 31 Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. 32 Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Reflexión:
En los tres primeros versículos de esta carta a la comunidad de Éfeso se encuentran varios conceptos y palabras que llaman profundamente mi atención: “vieja naturaleza”, “ser renovados”, mente, “nueva naturaleza”. El autor de la carta, probablemente un discípulo del apóstol Pablo, nos hace una invitación desafiadora a nuestra fe, y las consecuencias que derivan de ella. Se trata de una invitación a la renovación, de dejar atrás nuestra antigua naturaleza corrompida por la mentira, el robo, por el hablar mal del prójimo, por el enojo exacerbado. Y de caminar hacia una nueva forma de ser, donde reine la verdad, el actuar honrado, las palabras edificadoras, el perdón, la bondad y compasión.
En ese sentido, un elemento interesante de este texto tiene relación con el término revestirse. El contexto de esta palabra está relacionado con el rito del bautismo. Rito en el cual las personas dejaban atrás sus antiguas vestimentas y se colocaban nuevas ropas. En este sentido, llama la atención de que el bautismo, a pesar de ser un acto de carácter individual, no tiene consecuencias meramente individuales, sino que también se extiende al resto de las personas que están a nuestro alrededor. Por eso la imagen de formar un solo cuerpo en nuestro texto. No somos individuos aislados unos de los otros. Por el contrario, somos individuos sociales que estamos en convivencia con otros. A partir de esto es que podemos comprender los consejos que entrega el autor de la carta a la comunidad de Éfeso y su preocupación para con una convivencia sana entre sus miembros.
¿Te ha tocado convivir con personas diferente a ti? ¿Compartir una casa, un departamento con personas que no conocías antes? Tal vez nos recordemos de campamentos, donde por algunos días o semanas convivimos con otros. O de algún viaje que hicimos y en el cual nos alojamos en la casa de una familia ajena.
Durante este tiempo de pandemia he experimentado diferentes situaciones de convivencia. Por diversos motivos he tenido que compartir vivienda con personas diferentes. Personas con personalidades diferentes, con sensibilidad diferentes, con formas de convivir diferentes. ¡Sin duda, un desafío! Puedo imaginar cómo debe haber sido difícil la convivencia en la comunidad de Éfeso. Si el hecho de convivir con una persona diferente de mí ya ha sido un desafío, cómo lo será con una comunidad más grande. Imagino las tensiones, las diferencias, las discusiones, pero también el escucharse, el acompañarse, el perdonarse. Todos esos aspectos son parte de la convivencia, y en las palabras del autor de Éfeso siento esa preocupación para con la comunidad, para que ésta pueda tener un convivio más harmónico y saludable.
Sin embargo, cuando leí estos versículos, las palabras del autor me parecieron un poco idealistas, hasta un tanto utópicas. Sentía que se estaba apuntando a algo difícil de alcanzar y con una visión poco realista. Y creo que en parte sí lo es. Pienso en cómo nos comportamos como seres humanos en nuestro día a día, en cómo muchas veces predomina el egoísmo y el miedo en nuestro actuar, y partir de ahí mentimos, engañamos, tratamos mal a otras personas. No puedo dejar de desconocer esa realidad profundamente humana. Pero al mismo tiempo en que eso sucede, sé que como seres humanos somos capaces de actuar con bondad y amor, de dejar de lado nuestro ego y mirar un poco más allá de nosotros mismos. Jesús, a quien seguimos, es un claro ejemplo de esta “nueva naturaleza” de la cual el autor de Efesios nos habla. Aun así no es necesario ir tan lejos. Puedo ver pequeños Cristos en nuestra cotidianeidad. Puedo ver como personas a mi alrededor se visten de los ropajes de la “nueva naturaleza” y permiten que sus mentes sean renovadas por el amor de Dios.
No puedo dejar de recordar en este día los cambios que hemos enfrentado como país en este último tiempo. Hace exactamente un año comenzó el llamado “Estallido Social”, el cual nos ha hecho reflexionar sobre cómo nos hemos desarrollado como sociedad, sobre las problemáticas socioeconómicas y políticas que tenemos y cómo podemos seguir construyéndonos. A eso debemos sumarle todos los desafíos que nos ha traído el contexto de la pandemia, la cual ha dejado en evidencia nuestra fragilidad humana en un amplio sentido. Fragilidad física, psicológica, económica, organizacional, entre otras.
Todo este contexto de cambios y crisis ha traído por lo tanto profundas reflexiones. Me recuerdo así de un grupo de jóvenes que realizamos de forma online durante algún mes del primer semestre. En este grupo conversamos sobre cómo nos estábamos sintiendo respecto a la pandemia, en cómo nuestras rutinas habían cambiado y qué es lo que estábamos reflexionado sobre todo esto. Muchos de los participantes estaban preocupados con el futuro, sobre lo que iría a suceder, sobre la incerteza que todo este contexto les estaba generando en sus vidas. Al mismo tiempo, y lo que llamó mi atención, fue que en uno de los diálogos nació la inquietud sobre cómo nos íbamos a deparar con este nuevo futuro que se nos avecindaba, sobre cuál iba a ser nuestra contribución con este nuevo mundo. Lo que nació de esta conversación fue muy hermoso. Comenzamos a hablar sobre cómo podíamos ayudar a nuestro prójimo; sobre cómo podíamos entregar más amor a este mundo; en qué aspectos, a partir de nuestros estudios y profesiones, podíamos aportar para esta sociedad.
Cuando me deparé con el texto de Efesios no pude dejar de pensar en ese momento que viví con aquellos y aquellas jóvenes. Podría decir que en esa reunión online, por lo menos por algunos minutos, nos dejamos revestir por esa “nueva naturaleza”. Dejamos de pensar en nosotros mismos, y nos abrimos hacía nuestro prójimo a través de la misericordia y bondad. Y con esto no quiero decir que los que estábamos en aquella reunión fuésemos personas que siempre actuáramos correctamente, que teníamos una moral intachable, que no mentíamos, que no engañábamos o no nos equivocábamos en el trato con otras personas. Claramente no. Fue un momento de dejarse interpelar por nuestra realidad a partir de nuestra fe, a partir del amor de Dios. No puedo decir que hubiera un cambio total de nuestro ser en ese momento, pero sí hubo, en algún punto, un pequeño “clic” que nos hizo ver un poco más allá. Así recuerdo las palabras de un amigo teólogo: “Cada vez que vivo una nueva experiencia, cada vez que conozco y hablo con alguien, soy una nueva persona, ya no soy el de antes”. Creo que Dios actúa así con nosotros. En nuestro día a día vivimos pequeñas transformaciones a partir de su amor, las cuales nos llevan, el algún punto, a ser nuevos hombres y nuevas mujeres.
Queridos hermanos y queridas hermanas, deseo que este tiempo que estamos viviendo nos pueda hacer reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestra comunidad y sociedad. Que podamos responder a esta realidad desde el amor de Dios, revestidos y revestidas por los nuevos ropajes que Él desea para nosotros. Amén.
Canto:
Inspirados e inspiradas en la reflexión es que les invito a cantar:
♪461 – Juntos para soñar
Estribillo
Juntos para soñar nuevas inmensidades;
juntos para marcar ritmos de nuevo amor.
Juntos formamos la espiga del día nuevo que va a nacer.
Estribillo
juntos bebemos estrellas en brindis nuevo de juventud.
Estribillo
juntos templamos en forja la paz de un mundo nuevo y mejor.
Estribillo
juntos sentimos la tierra mientras cantamos “Dios es amor”.
Estribillo
Oración de intercesión:
Ahora les invito a que tengamos un momento de oración por nuestro mundo, iglesia y sociedad.
Dios, fuente de toda vida, nos acordamos hoy de nuestro mundo y país. Pedimos para que tu amor pueda generar transformación, haciendo con que nuestros líderes se vistan de las vestiduras que Tú deseas. Que la responsabilidad y cuidado para con el prójimo sean su norte, para que así podamos tener una convivencia sana en nuestra sociedad.
También colocamos a nuestra Iglesia en oración. Pedimos para que ésta pueda transformarse en un espacio de acogida para todas las personas. Que nuestras comunidades también sean espacios donde podamos construir relaciones harmónicas entre nosotros. Donde podamos escucharnos, perdonarnos y edificarnos mutuamente.
Nos acordamos de todo el personal médico que continua luchando contra la pandemia. Dales fuerzas y anímales en el gran servicio que prestan a la sociedad. Pedimos así por responsabilidad entre nuestros conciudadanos, para que tengamos actitudes de cuidado y amor entre nosotros que lleven a un mejor manejo de esta crisis sanitaria.
Sabemos también que para muchas familias en nuestro país la situación de pandemia ha generado mucho sufrimiento. En muchos lugares hay hambre, escasez, muerte y enfermedad. Pedimos por tu misericordia y para que brazos amorosos se dispongan a ir en ayuda de estas personas. Al mismo tiempo pedimos que estas familias puedan encontrar consuelo y abrigo en todo este difícil contexto.
Así, amparados en tu misericordia es que juntos y juntas decimos las palabras que tu Hijo Jesús nos enseño:
Padre Nuestro…Amén.
Bendición:
Nos dirigimos a Dios de forma especial para que su bendición se haga parte de nuestras vidas.
Que Dios te bendiga y te guarde.
Que Dios haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia.
Que Dios alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
Amén.
Canto final:
Y así, despidiéndonos en el Espíritu transformador de Dios, es que les invito a cantar esta última canción.
♪490 – Dios hoy nos llama
a caminar junto con su pueblo,
es hora de transformar lo que no da más
y solo y aislado no hay nadie capaz.
Estribillo
¡Por eso ven!
Entra a la rueda con todos también.
Tú eres muy importante.
¡Por eso ven!
Entra a la rueda con todo también.
Tú eres muy importante. ¡Ven!
hay muchas fuerzas que producen muerte,
nos dan dolor, tristeza y desolación,
es necesario afianzar nuestra unión.
Estribillo
obra en nosotros dándonos su gracia,
es Dios que nos convida a trabajar,
su amor repartir y las fuerzas juntar.
Estribillo