Pr. Hemir Ochoa, Iglesia Luterana en Valdivia.
Culto Escrito Iglesia Luterana en Chile
Décimo octavo Domingo después de Trinidad
11 de Octubre de 2020
Damos inicio a este servicio en el nombre del
Padre del Hijo y del Espíritu Santo
Alabanza “Pescador de Hombres”
Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan solo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oro ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo.
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar.
Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir amando.
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar
Salmo 119: 113-120
Aborrezco a los hipócritas,
pero amo tu ley.
114 Tú eres mi escondite y mi escudo;
en tu palabra he puesto mi esperanza.
115 ¡Malhechores, apártense de mí,
que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios!
116 Sostenme conforme a tu promesa, y viviré;
no defraudes mis esperanzas.
117 Defiéndeme, y estaré a salvo;
siempre optaré por tus decretos.
118 Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos,
porque solo maquinan falsedades.
119 Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra;
por eso amo tus estatutos.
120 Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras;
siento reverencia por tus leyes.
Confesión de Pecados
Antes de hacer la confesión de pecados, tomémonos un minuto y pensemos los siguiente:
Pecado proviene de una raíz antigua que significa errar el blanco, la idea tiene que ver con lanzar flechas.
Así que ahora, luego de reflexionar sobre aquellas cosas que podrían haber salido mejor, pidamos perdón a Dios. Y luego levantémonos con la convicción de que él nos ha perdonado.
Oración (Se recomienda tomar una actitud de oración, respirando profundamente y entrando en conexión con las palabras que queremos decir)
Señor estamos habitando en ti, nuestra respiración da cuenta de la presencia de tu espíritu de vida, y la oportunidad que nos das de poder entrar en contacto contigo. Y en este estado quisiéramos entregarte nuestro ser, nuestros pensamientos, miedos, angustias, alegrías y emociones. Permítenos que todo esto se transforme en un lenguaje que queremos usar, no solo de palabras, sino también del ser completo que somos, de esa forma tu Santo Espíritu nos ayudará a que lo que necesitamos de ti, sea un lenguaje claro del alma, para así presentarnos con total honestidad en tu presencia.
Oramos en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, amén
Credo
Creo en Dios Padre Todo poderoso, creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único hijo nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Cristiana, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable, amén.
Himno Alma Bendice al Señor (Español-Alemán)
Alma, bendice al Señor, Rey potente de gloria;
de sus mercedes esté viva en ti la memoria.
¡Oh, despertad, arpa y salterio! entonad
himnos de honor y victoria.
Alma, bendice al Señor que los orbes gobierna,
y te conduce paciente con mano paterna;
te perdonó, de todo mal te libró,
porque su gracia es eterna.
Lobe den Herren, den mächtigen König der Ehren!
Meine geliebte Seele, das ist mein Begehren.
Kommet zu Hauf! Psalter und Harfe, wacht auf!
Lasset den Lobgesang hören!
Lobe den Herren, der alles so herrlich regieret,
Der dich auf Flügeln des Adelers sicher geführet,
Der dich erhält, wie es dir selber gefällt.
Hast du nicht dieses verspüret?
Reflexión
La lectura de este fin de semana está sacada de un texto de Deuteronomio (segunda ley), quinto libro del Antiguo Testamento y que es considerado una especie de resumen de los otros cuatro anteriores.
El texto comienza diciendo en el capítulo 30, versículo 11 lo siguiente: “Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos”. Y luego de 5 versículos nos dice “cuál es el mandamiento”, entonces en el versículo 16 dice: “porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.
Cuando uno lee este texto, lo primero que podría preguntarse es ¿qué significa que el amor sea un mandamiento?, ¿puede alguien mandar a otro que ame a alguien o a un Dios? Personalmente creo que es difícil, aunque no debemos olvidar que en la antigüedad y aun hoy en algunos países orientales, se ordena a las personas a casarse, y por ende el amor queda relegado a un segundo plano. Porque se supone que éste aflorará en algún momento más adelante, cuando la convivencia sea rutinaria, y la protección mutua se haga realidad y se pueda vivenciar.
De ahí que será en un occidente rebosante de autonomía e individualismo, que surgen la cejas levantadas a un mandamiento del tipo te ordeno que ames a Dios.
Sin embargo, prestemos un poco de atención al texto que dejamos al medio, y que no vimos para poder entender rápidamente cuál era el mandamiento.
Si nos fijamos con atención, luego de una belleza literaria que aparece en los versículos 12 y 13 cuando habla que no está lejos ni en el cielo ni al otro lado del mar (se parece a algunas partes del Salmo 135), podemos ahora fijarnos en el versículo 14 que dice: “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas”. Nos da de alguna forma la respuesta al mandamiento. Realmente el mandamiento no es mandamiento, sino más bien un darse cuenta. Moisés está diciendo, he puesto dos caminos delante de ti, la vida y la muerte, el bien y el mal, entonces para poder sortear las olas de la vida, necesitas hacer algo, algo realmente sencillo, donde no tendrás que alcanzar elevados estados de consciencia, no cruzar lugares enormes para alcanzarlo. Al contrario está tan cerca de ti, como lo está tu propia sombra.
Este mandamiento es una palabra que está en tu boca y en tu corazón. Es interesante que es una palabra habitando, no una palabra expresada, sino que ya está en el reino de la creación de mundos que es la lengua, y en el sostenedor de la paz humana, el corazón.
Más claro aún, no es mandamiento, es reconocer que en ti mismo (a) ya está esta inclinación hacia Dios, pero tienes que guardar silencio de palabras, y retención de la ansiedad del corazón para poder sentirlo. Esta inclinación que es parte de ti, que está en tu boca y corazón, es hacia Dios, y el lenguaje más cercano que tenemos para entenderlo, es amor. Por eso no es un mandamiento difícil, porque realmente tu esfuerzo se basa en darte cuenta que no debes traer ese amor desde arriba o desde el otro lado del mar, es un estar una condición de ética, de justicia, y por ende de grandeza que ya te habita, solo debes darte cuenta.
Para algunos quizás la palabra sea amor, para otros quizás sea contemplación, para otros quizás esta emoción sea seguridad, y para otros quizás sea lucha o búsqueda. Sea cual sea la emoción divina que nos habita es todo menos indiferencia.
Por eso la invitación es ante todo, a guardar silencio, silencio de posiciones teológicas, silencio de extremismos políticos y silencio de palabras, porque ahí está, dentro de nosotros, en nuestra boca listo para salir y pacificar el mundo, y en nuestro corazón trayendo paz a nuestra propia vida, pero el esfuerzo es uno hacia adentro, ir hacia la nada, hacia la contemplación de quienes somos y de aquello que anhelamos, para que de esta forma podamos darnos cuenta de esta verdad que ha recorrido cientos de páginas de aventuras desde milenios. Y es una verdad universal, que aquello que buscamos con tantas ansias, siempre estará más cerca de lo que pensamos o queremos creer.
No está ni demasiado arriba, ni al otro lado del mar. El mandamiento es un mandamiento no a amar a Dios, sino a explorar nuestro decir y nuestro sentir para darnos cuenta que Dios mismo habita en ese espacio. De ahí que los antiguos le llamaban también a Dios como el lugar, extraño nombre, pero totalmente necesario para seres inquietos y en constante movimiento todo el día, Dios no está arriba ni al otro lado del mar, él mismo es el lugar, solo debemos detenernos y sentirnos rodeados de él, y así podremos comprobar el camino de la vida. Amén
Padre Nuestro
Padre Nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, el pan nuestro de cada día dánoslo hoy, y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal, porque tuyo es el Reino el Poder y la Gloria, por lo siglos de los siglos, amén.
Bendición Final
Que el Señor te bendiga y te guarde, que haga el Señor resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. Vuelva el Señor su rostro hacia ti, y ponga en tu corazón y en tu hogar su eterna Paz, Amén.