ORDEN DEL CULTO
4º Domingo después de Pascua
Escrito por el vicario Robinson Reyes de la comunidad luterana en Santiago
CANTATE
Domingo 10 de mayo de 2020
Este orden busca facilitar la celebración del culto familiar. Utilizamos en forma totalmente inclusiva términos como “hermanos”, “nosotros”, y otros, que refieren a hombres y a mujeres. Tal como en nuestros cultos presenciales, queremos que todos los asistentes participen activamente. En los distintos momentos, una o varias personas pueden oficiar como “guía” (G) o “lector” (L) y las demás responder (T, en color rojo), según corresponda. Las corcheas (♫) indican una sección cantada, no obstante, si la dificultad es muy alta para usted y su grupo, puede reemplazar el canto por la lectura. Brindamos explicaciones escritas en cursiva, como este párrafo, para facilitar la comprensión; algunas pueden decirse en voz alta, otras simplemente ser ejecutadas por quien guía.
Les invitamos a preparar un ambiente adecuado para la celebración del Señor. Sugerimos habilitar un pequeño altar (por ejemplo, en una mesa u otra superficie estable), cubrirlo con un mantel blanco, que es el color del tiempo de Pascua, y sobre él colocar una cruz, una biblia abierta (en un texto que sea significativo para ustedes como familia, un salmo, o en el del evangelio de hoy, etc.) y dos velas (una a cada lado de la biblia). Si no es posible contar con lo anterior, procuremos que nuestro espacio esté lo más libre posible de ruidos o elementos distractores (silenciar dispositivos móviles, alarmas, etc.).
Antes de comenzar, dispongámonos a participar activamente, revisemos este orden en su totalidad, asignemos las distintas secciones entre los presentes que guiarán, y, con actitud de recogimiento, comencemos.
BREVE ORDEN PENITENCIAL.
Guía (G): En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos (T): Amén.
G: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y somos falsos. Pero, si confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. T: Amén.
G: Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, T: que hizo los cielos y la tierra.
G: En silencio, confesemos nuestros pecados.
Sigue un momento de silencio, para examen de conciencia y confesión de pecados. Después:
G: Dios misericordioso: T: confesamos que estamos esclavizados por el pecado, y no podemos liberarnos por nuestra cuenta. Hemos pecado contra ti en pensamiento, palabra y obra; en lo que hemos hecho y en lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado de todo corazón, ni a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por tu Hijo Jesucristo, perdónanos, renuévanos y dirígenos, pues queremos hacer tu voluntad y caminar en tus caminos, para la gloria de tu santo nombre. Amén.
G: Por el amor y por la misericordia de Dios, de la cual nada ni nadie nos puede apartar, Jesucristo fue dado para morir por nosotros; y, por sus méritos, Dios nos perdona todos nuestros pecados. A los que creen en Jesucristo les concede el poder de ser hijos de Dios, y les confiere su Espíritu Santo. En el nombre del Padre, y del Hijo+, y del Espíritu Santo. T: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA.
Saludo.
G: Jesús ha resucitado. T: Sí, verdaderamente ha resucitado.
G: Hoy, el cuarto domingo después de Pascua, celebramos al Señor. Este es su día, el día en que resucitó, el día en que venció a la muerte, y por esta victoria nosotros viviremos junto a Él. La muerte no tiene la última palabra sobre nosotros. Las tinieblas nunca prevalecerán ante la luz. Porque el Señor ha cumplido su promesa, y está con nosotros, podemos vivir confiados, en la esperanza del porvenir seguro en sus manos amorosas. Por eso celebramos. Por eso cantamos alegres, con júbilo; porque Él ha hecho grandes maravillas, entre su pueblo, en su iglesia, en nosotros. Cada día, en cada momento.
Así, con corazón gozoso, cantemos el himno…
♫ Himno de Apertura: Naciones todas dad loor (Culto Cristiano, Nº 452).
Del Salmo 98:
G: Canten al Señor un cántico nuevo, T: porque ha hecho maravillas.
G: El Señor ha hecho gala de su triunfo; T: ha mostrado su justicia a las naciones.
G: ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! T: ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!
G: ¡Canten salmos al Señor al son del arpa, T: al son del arpa y de coros melodiosos!
G: ¡Brame el mar y todo lo que él contiene; T: el mundo y todos sus habitantes!
G: ¡Batan palmas los ríos, T: y canten jubilosos todos los montes!
G: Canten delante del Señor, T: que ya viene a juzgar la tierra.
G: Y juzgará al mundo con justicia, T: a los pueblos con equidad.
G: ¡Adoremos al Señor!
T: ♫ Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era al principio es ahora siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
G: Señor, ten piedad de nosotros. T: Señor, ten piedad de nosotros.
G: Cristo, ten piedad de nosotros. T: Cristo, ten piedad de nosotros.
G: Señor, ten piedad de nosotros. T: Señor, ten piedad de nosotros.
G: ¡Gloria a Dios en las alturas! T: ♫ En la tierra paz y a los hombres buena voluntad.
Oración del Día.
G: El Señor esté con ustedes. T: Y también contigo.
G: Oremos. T: Señor: que nuestros corazones estén en un mismo sentir: amando lo que tú mandas, deseando lo que tú prometes. Para que en medio de los cambios que experimentamos en el mundo, permanezcamos fieles a ti, que eres la fuente de la verdadera vida. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por la eternidad. Amén.
Lectura Bíblica: 1ª Samuel 16:14-23.
Después de la lectura:
Lector (L): Palabra de Dios.
Todos (T): Te alabamos, Señor.
Lectura Bíblica: Colosenses 3:12-17.
Después de la lectura:
L: Palabra de Dios. T: Te alabamos, Señor.
Evangelio: Lucas 19:37-40.
Después de la lectura:
L: Alabado sea nuestro Señor Jesucristo, ¡Aleluya! T: ♫ Aleluya, aleluya, aleluya.
Reflexión Bíblica: 1ª Crónicas 5:1 – 6:2.
El día de hoy, cuarto domingo después de Pascua, es conocido desde hace siglos como domingo “Cantate”. “Cantate” por las primeras palabras del texto de introducción, parte del salmo que oramos al inicio (Salmo 98): “Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”.
En muchos lugares este culto se destaca por su bella música: cantos solistas, con coros, acompañados por diversos instrumentos; en otras culturas se incluyen las palmas, los bailes, es decir, se vive como una verdadera fiesta. Seguramente, en condiciones normales, nosotros también haríamos lo que acostumbramos, con nuestras voces y con nuestros órganos cantando alegremente.
Algo similar vivían los israelitas del relato bíblico. Están dedicando el Templo de Jerusalén, lugar que han construido para que Dios esté con ellos siempre. Miren el despliegue: cientos de sacerdotes, trompetistas, cantores, platillos. Una fiesta a gran escala. Vienen a mi memoria imágenes de las últimas entronizaciones papales, y de más de algún matrimonio real británico: cuánta pompa, adornos y música cuasi “celestial”. Pero, no nos perdamos: en el caso de los israelitas, el fin de todo lo descrito es claro: alabar al Señor porque Él es bueno, porque eterna es su misericordia.
La semana pasada el Evangelio nos recordaba nuestra dependencia irrestricta del Señor: no podemos hacer nada sin Él. Hoy, en concordancia con ello, reconocemos y damos gracias por las maravillas que Él ha hecho en medio de su pueblo. Por eso cantamos, no por cantar, no por “hacer música”. En el fondo, esto es una reacción espiritual, difícil de racionalizar, por no decir imposible; es el reflejo un espíritu exaltado, como desbordado, inconsciente e involuntariamente, porque lo que lo inunda es mayor que Él, por una experiencia misteriosa que logra expresarse en este doble lenguaje que es el canto.
Pero, ¿cuáles son esas maravillas que Dios ha hecho? Esta historia es la de un día de acción de gracias. ¿Gracias por qué? ¿Qué podemos agradecer hoy en medio de tanta dificultad? Gracias porque el Señor es bueno y porque es siempre misericordioso. Esto es lo maravilloso. “El Señor quiere habitar en las tinieblas” (6:1), dice Salomón; ayer, y también hoy. El Señor no brilla en lo que para nosotros, necesariamente, es brillante. Nuestro bienestar físico y material, nuestras posesiones, pueden ser importantes, pero después, en lugares secundarios o terciarios. La bondad y misericordia del Señor no se amoldan a nuestros cánones. En la oscuridad el Señor resplandece en todo su esplendor; ahí, en lo que puede parecernos absurdo, es donde nos muestra el camino perfecto a seguir, prometiendo acompañarnos, y animándonos a caminar con seguridad, confiados en que nada prevalecerá contra nosotros.
Queridos hermanos, queridas hermanas: como todo camino, nuestro andar en Cristo implica un paso más y un paso menos, avanzar y dejar huella; un atrás y un adelante, un pasado y un futuro. Y siempre en ese orden: primero el antes, luego el después, “después” que son las maravillas que hace en medio de su pueblo.
Que la paz de Dios que sobrepasa nuestro entendimiento, guarde nuestros pensamientos y nuestros corazones en Cristo Jesús. Amén.
♫ Himno del Día: Sostennos firmes, oh Señor (Culto Cristiano, Nº109).
Confesión de Fe.
Confesamos nuestra fe con las palabras del Credo Apostólico.
Oración General de la Iglesia.
En este momento, oramos como iglesia. Lo hacemos en comunión con los hermanos que agradecen y ruegan confiados a Dios a través de todo el mundo, y como comunidad doméstica, tal como los primeros cristianos. Es una oración que refleja nuestra súplica comunitaria.
Quien guía puede dirigir oraciones, o dar la oportunidad para que cada participante también lo haga. Podemos agradecer y pedir por: el día vivido, la iglesia, las familias, nosotros mismos, el país, el mundo, los gobernantes, los enfermos, los motivos personales, etc. La oración por los motivos personales se puede hacer en silencio.
G: Oremos.
Después de cada oración:
G: Dios de amor, T: escucha nuestra plegaria.
Al finalizar las oraciones:
G: Confiados en la gracia de Dios, oremos como Jesús nos enseñó. T: (Padre nuestro).
Saludo de Paz.
G: La paz del Señor sea siempre con ustedes. T: Y también contigo.
Los presentes pueden saludarse deseándose la Paz del Señor.
Bendición.
G: Que el Señor vaya delante de ti, para mostrarte el camino correcto.
Que el Señor vaya junto a ti, para abrazarte y protegerte de los peligros de tu alrededor.
Que el Señor vaya detrás de ti, para protegerte de la maldad de personas malvadas.
Que el Señor vaya debajo de ti, para levantarte cuando caigas, y para librarte del lazo que te han puesto para hacerte caer.
Que el Señor vaya en ti, para consolarte cuando estés triste.
Que el Señor esté a tu alrededor, para protegerte cuando gente mal intencionada se abalance contra ti para dañarte.
Que el Señor vaya sobre ti, para bendecirte.
Así, pues, te bendiga el buen Dios: Hoy, Mañana y Siempre.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. T: Amén.
♫ Himno de Envío: A Cristo proclamad (Culto Cristiano, Nº 82).
Envío.
G: Vayan en la paz del Señor y sírvanle. T: Demos gracias a Dios.
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